Por: Carlos A Venegas M.ps
Todas las enfermedades comienzan básicamente con un
desequilibrio en la mente y en menor proporción en el cuerpo (es de notar que se
puede originar en cualquiera de estos lugares y luego propagarse al otro). El estado emocional prima sobre el organismo humano para desarrollarse una enfermedad, son contados los casos adversos en la
ciencia médica donde sea el cuerpo físico que predomine sobre las emociones. Aunque usted no lo crea las enfermedades
son el mejor diagnóstico para saber el estado de nuestras emociones, así como
lo lee, las enfermedades son la señal de nuestra vida interior, lamentablemente
dentro del personal de la salud no hay unanimidad en el concepto. El
organismo es la vía por la cual exteriorizamos nuestros temores,
resentimientos, celos,
angustias, desamor, soledad etc. Tarde o temprano afloran a través de una enfermedad. Pero la razón de ellas sigue siendo un
misterio para la ciencia médica, la que nunca será capaz
de resolver tan oculto enigma por su propia inteligencia. Con esta pequeña introducción hablando de
las enfermedades doy inicio a esta sinopsis.
No hay que desconocer que en medio de los grandes avances
tecnológicos y de conocimiento de las ciencias, el hombre contemporáneo,
fascinado por sus logros llevándolo a idolatrarse, tiende a considerarse como único
dueño de su propio destino, es consecuencia del fenómeno de la mundialización (donde
los afanes del mundo priman), otra manera de llamarle a la globalización (nuevo
orden mundial). Pero esta actitud de suplantar a Dios no anula la aspiración al
“infinito” que palpita en lo más íntimo de nuestro ser y que por obvias razones
nos lleva a pensar en la muerte, el desconocer a Dios consiste en "que la persona se encierra en sí
misma, cae en el egoísmo que le impide amar y comprometerse de manera seria y
estable, lo cual destruye esos anhelos universales de amor y libertad."
Esta separación de Dios lo lleva a trasgredir la voluntad del “Creador”
(pecado) llegando a vivir "un vacío interior dramático” con el
conformismo de una vida de instintos y placeres, experimentado la ausencia de Dio, negando su esencia espiritual para la plenitud
de la vida.
Como en numerosas
ocasiones se ha comentado, no somos sólo cuerpo y alma, también estamos constituidos
por espíritu. El problema generalizado de la humanidad es que está ausente su
parte esencial y primaria, su espíritu, y si este se encuentra sin vida, es decir un espíritu inerte, va a ocasionar
que las emociones (que estan en deterioro) estén descontroladas, sin medida y en
una mente manipulada; esto puede suceder por alguna de estas dos causas, el torrente sanguíneo (la perfusión cerebral
que causa el flujo sanguíneo cerebral “FSC”) donde la sangre es el autor
principal ya que es ahí donde se anida el temperamento, o por fuerzas externas espirituales usando los sentidos. Cualquiera de estas dos causas genera pensamientos naturalmente pecaminosos, que descomponen el sistema
nervioso cerebral, los sentimientos pecaminosos estremecen al gran simpático y
las acciones pecaminosas alteran a los sistemas muscular y óseo, el resultado
es un vacío interior que ocasiona la enfermedad. Lo cierto es que la sangre
es portador y transmisor de la vieja naturaleza o también llamada carne (no mora
el bien), como también de enfermedades como VIH; próximamente escribiré sobre
este tema “En la sangre esta la vida y la
muerte.”
Al encontrarse en un
estado “espiritual inerte” la persona se siente
vacía, este vacío está íntimamente relacionado con el cuadrante espiritual que
se refleja en el organismo mediante la enfermedad. Está
comprobado que dependiendo de nuestro estado emocional, así será nuestra salud integral y la calidad de vida
que tengamos en este mundo. Sentirse
vacío es un estado en el que la
persona no encuentra sentido a su vida, no encuentra sentido a nada de lo que
hace o dice, ni encuentra el para qué de su existencia. Solamente
existe una impulsividad natural en el ser humano, es como un embrión en
gestación pero que no ha nacido o nunca nacerá, sino que se mantiene en una espiritualidad natural, precaria, un
principio incipiente, una parte muerta para su función vital de vida. Al no tener
vida ese estado espiritual, provoca un vacío interno en lo más profundo de su
ser, es decir en su alma. En definitiva el área espiritual (alma y espíritu) necesita más cuidados
que el cuerpo por lo consiguiente el alma hay que aprender a cuidarla, a reeducarla
y a sanarla; para eso debe estar conducida por una espiritualidad sobrenatural (Elohim), donde la persona encuentre sentido a su
vida y a su existencia (alma regenerada). Si en tu área espíritual reina la confusión, estarás
confundido ante la vida, estarás vacío ante la vida. No le faltaba razón
al psicólogo Viktor Frankl creador de la
logoterapia cuando dijo "La vida exige a todo individuo una
contribución y depende sólo de él descubrir en qué consiste" Es una
teoría psicoterapéutica que se ocupa del vacío existencial y de cómo
hipotéticamente llenarlo: su creador, discípulo
de Sigmund Freud dice que la raíz de la motivación humana
es lo que llamó “voluntad de sentido”, por la que las personas que tienen una fe poderosa en un futuro mejor y
proyectos con los que se comprometen, hallan un propósito que los arraiga en la realidad y logran trascender las
circunstancias del momento porque encuentran en su vida un sentido más allá de esas circunstancias. El sentido es lo que
cada ser humano busca. Muchas personas no tienen claro cuál es el propósito que
las motiva, cumplen con su trabajo, con sus obligaciones
familiares, se ocupan de sus padres mayores, pero lo hacen todo como si
hubieran puesto el piloto automático (impulsividad
natural), como si no hubiera un conductor tomando las decisiones de su
vida. Para Frankl, uno de los
síntomas más claros de esta situación es el aburrimiento, por lo tanto
queriéndolo llenar con adicciones: alcohol, drogas, comida y trabajo en exceso.
Cada vez más la tecnología, las pantallas: el televisor, la computadora, la
industria del entretenimiento, el consumo, las obsesiones: la limpieza, el
orden, la salud, la dieta o dedicarse neuróticamente a un hobby recién
descubierto para pasar a otro poco tiempo después; para Viktor Frankl es evidente que la persona que padece estos síntomas, no tenía claridad
del problema sino la manifestación del problema.
Las soluciones que prometen resolver de un día para
otro los problemas de la vida siempre son un indicio de que la persona está huyendo del vacío interior. Incluso
las relaciones y la actividad física, nec
El corazón guarda lo que en la mente se impacta |
esarias para una vida sana,
practicadas compulsivamente pueden ser indicadores de una vida desconectada
del sentido de su existencia, modos de huir del doloroso agujero en el centro del pecho que es estar a la deriva y vivir sin sinsentido. Desde el conformismo de hacer siempre “buena letra”, o desde la
rebeldía de la eterna adolescencia, el resultado es el mismo: personas buscando
cómo tapar la angustia existencial. ¿Cuáles
son sus hábitos su manera de reaccionar ante las situaciones de riesgo o las conflictivas?, aparecen síntomas como falta de motivación, desesperanza,
carencia de proyectos, sensación de extrañamiento, desasosiego, sentimiento de
inseguridad y de temor a la vida y ausencia de sentido de la existencia. ¿Qué
es lo que se busca?, ¿cómo se encuentra el sentido de la vida? Afirmándose en lo que hace
al ser humano: su identidad espiritual, el autoconocimiento, la intimidad en el
contacto con otro, la expresividad y la creatividad, los valores o actitudes
como el amor, la compasión, el perdón, el sentido del humor, la risa y la
valentía. Incluso el dolor cuando se lo acepta dignamente y se lo transforma en
crecimiento. La respuesta al “vacío
interior” que se manifiesta como depresión; este estado invade el pensamiento y lleva a una persona a creer que la
vida es así. El vacío interior, el tedio, el aburrimiento, la desesperanza y
hasta la depresión surge cuando se pone el empeño en vivir para afuera
dependiendo de lo externo y de las circunstancias, creyendo que la felicidad,
paz y gozo es algo que se puede comprar. Pero todos sabemos que aun teniéndolo
todo, la vida puede resultar vacía y sin sentido, porque todo es vanidad. En la Biblia hay un libro bastante llamativo, al
menos en su nombre, denominado en la lengua original: COHELET, o El Predicador,
o Eclesiastés. Este enigmático libro de la Biblia, cuyo tema principal es
la búsqueda de sentido, de significado en la vida. A lo largo de
todo el libro, el autor va transitando las mismas calles, los mismos caminos
que cualquiera de nosotros camina diariamente, buscando significado y sentido
en la vida; buscando saber para qué existimos, para qué estamos en este mundo.
Son precisamente partes de este libro las que en este estudio Dios va a usar
para que usted encuentre un verdadero sentido para su vida. En primer lugar,
hay un punto clave que debemos tener en cuenta para conseguir ese nada sencillo
logro: reconocer nuestra necesidad; asumir que así como estamos y aunque
podamos disimularlo muy bien, no funcionamos, porque estamos vacíos. El rey Salomón le había reclamado a Dios que le
diera sabiduría. Que esa sabiduría que provenía de Dios fuera derramada sobre
su vida. Y entonces este hombre, a quien Dios dotó de una sabiduría especial,
superior a todos los hombres de su época, según la Biblia misma lo indica, se
dio cuenta, a partir de esa misma sabiduría que había recibido, que su vida no
tenía sentido; que estaba vacío.
(Eclesiastés 1: 2) Vanidad de vanidades, dijo el
Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad. Sentir que todo es vanidad; sentir que nada tiene
relevancia o importancia; que no hay andar en la vida que realmente valga, que
a través de ningún logro ni ninguna actividad podemos llenar ese vacío
interior. Es por eso que dice; (Eclesiastés 2: 17) Aborrecí, por tanto, la vida,
porque la obra que se hace debajo del sol me era fastidiosa; por cuanto todo es
vanidad y aflicción de espíritu. Todo es vaciedad. Todo es vanidad y aflicción de
espíritu. Aborrecí la vida. Este hombre decía: si esto es la vida, yo no la
quiero vivir. Si vivir es existir con esta sensación de vacío, de languidez
espiritual, con este hueco interior, entonces la vida no vale nada. Vacío interior; esa sensación que no sabemos muy
bien cómo explicarla, como definirla, pero que está allí, que se mantiene de
manera permanente en nuestra vida, provocándonos una continua sensación de
insatisfacción.
Pero la experiencia del rey Salomón, no es la
experiencia de un hombre aislado; es la experiencia de todo ser humano. Quizás
usted mismo se siente así en este tiempo. Si usted está así frente a una
situación en donde es consciente de que no hay satisfacción, que no hay
plenitud, que no hay sentido de realización en su vida, que se siente vacío,
está ante dos alternativas a seguir: seguir como si nada pasara, envuelto en
ese sentimiento de desdicha, de infelicidad, o hacer lo que hizo el rey Salomón.
¿Qué hizo Salomón? Emprender el camino a buscar el
sentido de la vida, el propósito de su existencia. Eso es lo que Salomón empezó
a hacer. Y lo primero que él creyó, fue que la búsqueda del sentido, del
propósito en la vida, lo iba a encontrar en su trabajo. Muchas personas bien
intencionadas, piensan que el sentido de la vida está en su trabajo. Asómese al
exterior donde quiera que usted viva hoy, y podrá verlo.
Elvis Presley El Rey del and roll aparentemente lo tenia todo |
Dice Jesús, cuando habla del afán y la ansiedad por
las cosas materiales que Dios viste a los lirios del campo de una manera más
lujosa que el rey de Israel más lujoso de todos los tiempos: salomón. Salomón
dice: amontoné todo, pero eso no pudo comprar la felicidad para mi vida. (Eclesiastés 5: 10) El que ama el dinero, no se
saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto. También esto
es vanidad. Pero Salomón no se conformó; buscó otro camino. La
búsqueda del sentido en el placer. ¿Y qué hizo Salomón? Lo que hacen muchos que
tienen mucho dinero pero no están satisfechos: buscan el placer por el placer
mismo, sin otro motivo. Este es el camino preponderante en el mundo de hoy: el
hedonismo. (Eclesiastés 2: 10) No negué a mis ojos ninguna
cosa que desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno, porque mi corazón
gozó de todo mi trabajo; y esta fue mi parte en la faena. Fíjese que Salomón está diciendo: no me perdí
ningún placer. Todo lo que él pensara que podía proporcionarle placer no lo
puso en duda: lo hizo, lo vivía intensamente. ¿Lleno eso su vida? ¿Le dio
satisfacción? ¿Le dio sentido a su vida esa vivencia? ¿Alcanzó esa felicidad? (Eclesiastés 2: 2) A la risa dije: enloqueces; y
al placer: ¿De qué sirve esto? No le sirvió de nada. Entonces entró en otra. La
búsqueda del sentido de la vida en el status. Como vimos, tenía de todo. Había
amontonado de todo. Pero cuando uno entra por este camino, no alcanza a llenar el vacío con tener
mucho. No alcanza con tener lo suficiente. Se necesita tener la seguridad que
uno tiene más que los demás. Es tratar de llenar el vacío con la apariencia; con
el reconocimiento de los demás, que esos demás vean que yo alcancé el éxito;
que los demás vean mi nivel; que los demás me admiren, me valoren. Muchas
personas inseguras sólo pueden sentirse fuertes cuando pueden aparentar que
tienen, o que saben, o que mandan, o que son importantes. Y es lo que buscó
Salomón. (Eclesiastés 2: 4-7) Engrandecí mis obras,
edifiqué para mí casas, planté para mí viñas; me hice huertos y jardines, y
planté en ellos árboles de todo fruto. Me hice estanques de aguas, para regar de ellos el
bosque donde crecían los árboles. Compré siervos y siervas, y tuve siervos nacidos en
casa; también tuve posesión grande de vacas y de ovejas, más que todos los que
fueron antes de mí en Jerusalén. Lo importante no era simplemente tener más, sino
tener más que todos los que habían sido antes de él en Jerusalén. Competencia.
Status. ¿Cuál fue el resultado de la búsqueda? Pues el que debía ser; no había
ni la menor posibilidad que fuera otro. (Eclesiastés 2: 11) Miré yo luego todas las obras
que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí,
todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol.
David Carradine: Quien hizo de Bill en ‘Kill Bill’ y protagonizó ‘Kung Fu’, buscó el placer por el placer mismo, sin otro motivo. |
Y entonces probó otra: la búsqueda del sentido de
la vida en una vida sexual disipada. Algunas personas que se sienten vacías
deciden actuar del mismo modo. Hombres que estiman el éxito conforme a la
cantidad de mujeres con las que se acuestan. Mujeres que entienden la
experiencia y la madurez femenina en relación a la cantidad y variedad de
amantes que hayan tenido. Los homosexuales, convencidos por la psicología
secular de que la gran solución está en dar vía libre a su "conducta
sexual diferente" y a una alternativa sexual no convencional. Pregunto:
los resultados prácticos, ¿Le dan la razón a este proceder? Ore por la unción
del Espíritu Santo. Después de gracias por la ciencia, pero por favor, rechace
"la mentalidad de Freud". El rey Salomón entró en esa. El primer libro de los Reyes
de Israel, dice que Salomón tuvo setecientas esposas y trescientas concubinas.
¿Y sabes cómo termina 1 Reyes 11:3? .Y sus mujeres desviaron su corazón, dice.
¿Se habrá dado cuenta, finalmente, él, de su error? (Eclesiastés 7: 26) Y he hallado más amarga que la
muerte a la mujer cuyo corazón es lazos y redes, y sus manos ligaduras. El que
agrada a Dios escapará de ella; mas el pecador quedará en ella preso. Y entonces probó otra. La búsqueda del sentido de
la vida en la familia. Y Salomón hizo lo que hacen muchos que tienen dinero,
que tienen status, que vivieron el placer y las demás cosas; cuando llegan a
determinada edad, buscan la simplificación. La sencillez de la familia, rodearse de seres
amados, de los hijos, de uno o dos amigos, o sea: tratar de disfrutar de todas
estas cosas que antes dejó de lado por el dinero, por los placeres. Nadie
dice que eso esté mal. Lo que sí hay que aclarar es que eso no puede estar en
primer lugar. Que se entienda que eso y no otra cosa le dará sentido a nuestra
vida. (Eclesiastés 6: 3) Aunque el hombre engendrare
cien hijos, y viviere muchos años, y los días de su edad fueren numerosos; si
su alma no se sació del bien, y también careció de sepultura, yo digo que un
abortivo es mejor que él. Si su alma no está saciada, ni el dinero, ni el
conocimiento, ni la familia, ni una vida sexual hiperactiva, ni el placer, ni
ninguna cosa, por buena que sea alguna de ellas, va a poder llenar ese vacío
interior. Su alma tiene que estar saciada. Y después de probar por todos lados, Salomón, el
hombre más sabio de su época, halló la clave. Uno lee este libro y
aparentemente es un libro pesimista. Es un existencialista pesimista Salomón.
Pero no es así, porque Salomón termina dándonos, como buen predicador que es,
la clave para hallarle el real sentido a la vida, su realización. (Eclesiastés 12: 13) El fin de todo el discurso
oído es este: teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo
del hombre.
La única forma en que el vacío de tu vida se llena,
es nacer de nuevo, si, nacer del espíritu para salir de ese estado comatoso
espiritual (si se me permite la expresión) la Biblia nos habla de la única forma
que podemos salir, en su conversación con Nicodemo, el Señor Jesús insiste en
la necesidad del nuevo nacimiento. Es necesario “nacer de nuevo”, “nacer de
agua y del Espíritu”. Y añade: “Lo que es
nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”
(Juan 3:6). Es con el ETERNO que es el todo. Y el todo es
vivir en una correcta relación con Dios. Lejos de Dios, siempre vamos a vivir
vacíos.
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