MONOGRAFIA: LA VERDAD DE LA MUERTE Y EL DUELO.
CAPITULO VIII-Final
El duelo en primera instancia se relaciona
con la muerte pero no siempre es así. Existen muchos tipos de pérdidas y no
todas tienen que ver con la muerte. Una persona también puede hacer duelo tras
la ruptura de una relación íntima como
el “divorcio” o después de que uno de los padres, un hermano o un amigo se muda
alejándose de la vida en común. Como vemos el duelo está relacionado con la
pérdida de… ese algo ocasiona casi siempre dolor o tristeza, que hace que se manifieste
un vacío interior, en la mayorías de veces no podemos explicar que es lo que
nos sucede y como superarse o sanarse, algunos personas quieren evitarlo. Para
concluir esta monografía, empecemos explicando que todo está centrado en lo que
llamamos las emociones, estas también se enferman a causa de un suceso que
impacte nuestra vida. Las emociones son reacciones psicofisiológicas que representan modos de adaptación a ciertos estímulos
del individuo cuando percibe un objeto, persona, lugar, suceso, o recuerdo
importante. Psicológicamente, las
emociones alteran la atención (entender las cosas), hacen subir de rango ciertas conductas que guían las respuestas del individuo y
activan redes asociativas relevantes en la memoria. Fisiológicamente, las
emociones organizan rápidamente las
respuestas de distintos sistemas biológicos,
incluidas las expresiones faciales, los músculos,
la voz, la actividad del sistema nervioso
autónomo o neurovegetativo (SNA), (también conocido como sistema nervioso vegetativo, que es la parte que controla las acciones
involuntarias), y la del sistema
endocrino o también llamado sistema de glándulas de secreción interna ( es el conjunto de órganos y tejidos del
organismo, que segregan hormonas,
esta sustancia es liberada al torrente sanguíneo y regulan algunas de las
funciones del cuerpo), su sistema de
señales es similar al del sistema nervioso, pero en este caso, en lugar de utilizar impulsos
eléctricos a distancia, funciona exclusivamente por medio de sustancias (señales químicas o mensajeros químicos, que incluye
también a los neurotransmisores y las feromonas. A veces es difícil
clasificar a un mensajero químico como hormona o neurotransmisor). Las emociones organizan y controlan estos dos sistemas a fin de establecer un medio interno óptimo para
el comportamiento más efectivo. Conductualmente, las
emociones sirven para establecer nuestra posición con respecto a nuestro
entorno, y nos impulsan
hacia ciertas personas, objetos, acciones, ideas y nos alejan de otros. Las
emociones actúan también como depósito de influencias innatas y aprendidas, y poseen ciertas
características invariables y otras que muestran cierta variación entre
individuos, grupos y culturas. Como
podemos ver las emociones generan
nuestros sentimientos, tiene que ver también con la interacción
entre la mente y personalidad activa de un individuo, a saber:
"la vida" es el
potencializador de estímulos, la fuerza del alma. Si somos conscientes de nuestro
sistema, vemos que es necesario ayudarlo a que se desintoxique de esos
impactos. Si has perdido a un ser
querido, es posible que pases por todo tipo de
emociones. Es probable que estés triste,
preocupado o asustado. Tal vez no estés preparado, estés impresionado o
confundido. Puedes sentirte enojado, engañado, aliviado, culpable, exhausto o
simplemente vacío. Tus emociones pueden ser más intensas o más profundas que lo habitual, o estar
entremezcladas de una manera que nunca habías experimentado. A algunas personas
les cuesta concentrarse, estudiar o comer cuando están atravesando una etapa de
duelo. Otras pierden el interés por actividades que solían disfrutar. Algunos
se enfrascan en distraer la mente (juegos de computación o beben o comen en
exceso etc.) hasta llegar el punto de no pensar en el suceso. Y otras personas
se sienten adormecidas, negando la realidad como si nada hubiese ocurrido. Todas
estas emociones son reacciones naturales
frente a la muerte pero que se necesita ser sanadas. Lo que es cierto es que la
muerte no es algo natural, sino todo lo contrario: es un hecho antinatural
porque no fuimos creados para morir, sino para vivir. Está lejos del plan
original de Dios al crear al ser humano. La
muerte es «normal» en el sentido que afecta a todos, es una experiencia universal; pero es antinatural y repulsiva en su misma esencia.
La Palabra de Dios nos define la muerte
claramente como un enemigo, «el último enemigo». Por ello siempre nos
costará aceptar algo que va en contra de la imagen Dios en nosotros, en contra
de este sello de eternidad del que nos habla el autor de Eclesiastés: «Ha
puesto eternidad en el corazón de ellos» (Ec. 3:11).
¿Qué es el duelo?
Las emociones se enferman |
El duelo es la reacción global del ser
humano que se generan primeramente en lo emocional y luego física y espiritual
en respuesta a la pérdida de….. A lo largo de nuestras vidas las
pérdidas constituyen un fenómeno mucho más amplio y para bien o para mal,
universal. A través de la muerte de un
ser querido sentimos que perdemos; porque nos sentimos abandonados, que
estamos obligados a un cambio de vida, y que hay que seguir aparentemente solos
la vida. Nuestras pérdidas incluyen también las renuncias conscientes e inconscientes de nuestros sueños románticos
con esa persona, la cancelación de nuestras esperanzas irrealizables, nuestras ilusiones
de poder y de seguridad, así como la pérdida de nuestra juventud. Pérdidas que
al decir de la gran mayoría nos acompañan toda una vida, pérdidas
necesarias, pérdidas que aparecerán cuando nos enfrentemos a la muerte de
alguien querido. Los pensamientos que nos llega y que se vuelven recurrentes
entre otros son:
- Que, esencialmente, estamos aquí solos;
- Que nuestra condición en este mundo es implacablemente pasajera;
Estas pérdidas forman parte de nuestra vida, son constantes universales e
insoslayables. Y son pérdidas necesarias porque crecemos a través de ellas. Este camino señala que debemos
renunciar a lo que ya no está y que eso es madurar. Hay que aprender a
sanar estas heridas que se producen cuando algo cambia, cuando el otro parte,
cuando la situación se acaba, cuando ya no tengo aquello que tenía o creía que
tenía o cuando me doy cuenta de que nunca lo tendré lo que esperaba tener algún
día (y ni siquiera es importante si verdaderamente lo tuve o no). La biblia nos
habla en 2 Corintios 5:6 “Así
vivimos, confiando siempre y comprendiendo que durante nuestra estancia en el
cuerpo peregrinamos ausentes del Señor. 7 Porque andamos por fe, no por vista.
8 Pues confiamos y consideramos mejor estar ausentes del cuerpo, y estar
presentes delante del Señor.”
En psicología se define el duelo como aquel sentimiento o percepción de los elementos y relaciones de la realidad “la muerte” o la imaginación
de que algo va a suceder (temor, miedo a…), que se
expresa físicamente mediante alguna función fisiológica como reacciones faciales o pulso cardíaco, e incluye reacciones de conducta como la agresividad, el llanto. Es un estado que sobreviene súbita y
bruscamente por medio de un pensamiento o de un suceso inesperado, en donde se
manifiesta en forma de crisis más o menos violentas y más o menos pasajeras, al
no tener control de las mismas. Las personas que están de duelo pueden en algún momento experimentar
los siguientes cambios:
·
Sienten emociones
fuertes, como la tristeza y la ira
·
Tienen reacciones
físicas, como falta de sueño o sensación de náusea
·
Tienen reacciones
espirituales frente a la muerte. Por ejemplo, algunas personas se cuestionan
sus creencias y se sienten muy decepcionadas de su religión mientras que otras
descubren que su fe es más fuerte que nunca
El
proceso de duelo lleva tiempo y
las heridas se sanan gradualmente. La
intensidad del duelo puede depender de si la pérdida fue inesperada y repentina,
y de la relación que tenías con la persona que falleció. Algunas personas
escriben sobre el duelo y aseguran que se da en etapas, pero en realidad se
suele sentir como "oleadas" o
ciclos de dolor que van y vienen según lo que estás haciendo y si existen elementos que te hagan recordar a la
persona que murió. Dentro de la mentalidad de un doliente al perder a un
familiar cercano, como un padre o un hermano, en sus pensamientos se va
encontrar con la falacia; es posible que sientas que te robaron el tiempo que
deseabas pasar con esa persona. También puede resultar difícil expresar tu
propia aflicción cuando los demás integrantes de tu familia también están
afligidos. Como también algunas personas pueden esconder su propia aflicción o
evitar hablar de la persona que falleció, porque tienen miedo de entristecer a
un padre o a otro integrante de la familia. También es natural sentirse
culpable por una discusión pasada o una relación compleja con la persona que
murió. Pero los lazos de amor que compartimos con las personas son reales y los
sentimientos de pérdida y dolor que tenemos cuando mueren también lo son. Pero
que nos dice la Palabra de Dios; 2 Samuel 12:22 “El respondió: -Mientras el niño vivía, yo ayunaba y
lloraba pensando: "Quién sabe si Jehovah tendrá compasión de mí, y el niño
vivirá." 23 Pero ahora que ha muerto, ¿para qué he de ayunar? ¿Podré yo
hacerle volver? ¡Yo iré a él, pero él no volverá a mí!”
Hay una esperanza. Todos estos sentimientos y
reacciones son normales dentro de una crisis o eventualidad de desgracia o
pérdida. Pero ¿qué puede hacer una persona para superarlos? ¿Cuánto dura el
duelo? ¿Alguna vez todo volverá a la normalidad? ¿Y cómo vas a seguir adelante
sin la persona que falleció?
Enfrentar el duelo. Así como la gente
siente el duelo de muchas maneras diferentes, también lo maneja de manera
diferente. Algunas personas buscan el apoyo de otras y encuentran alivio en los
buenos recuerdos. Otras tratan de mantenerse ocupadas para alejar su mente de
la pérdida. Algunas personas se deprimen y se alejan de sus amigos o evitan los
lugares o situaciones que les recuerdan a la persona fallecida. A algunas
personas, las puede ayudar hablar con otros de su pérdida. Algunas lo hacen
natural y fácilmente con amigos y familiares; otras hablan con un terapeuta
profesional.
Algunas personas quizás no sientan ganas de
hablar mucho del tema, porque les cuesta encontrar palabras para expresar una
emoción tan profunda y personal, o se preguntan si hablar les hará sentir más
dolor. Esto está bien, siempre y cuando encuentres otras maneras de hacer
frente a tu dolor. En algunos casos, la gente canaliza su dolor involucrándose
en actividades peligrosas y autodestructivas. Hacer cosas como beber, drogarse
o cortarse el cuerpo para escapar de la realidad de una pérdida puede aplacar
el dolor, pero la sensación es únicamente temporal. La persona no está
realmente enfrentando
el dolor; simplemente lo está
enmascarando, lo que hace que esos sentimientos se acumulen en el interior, prolongando
el duelo. Si el dolor parece empeorar, si sientes deseos de lastimarte a ti
mismo o tienes pensamientos suicidas, habla con alguien en quien confíes y dile
cómo te sientes. En cambio cuando el creyente pierde a un ser
querido, tiene muchos motivos de consuelo. Sabe que Cristo
ha cambiado el sentido de la muerte, que ya no es el final de
todo sino la transición a una vida «mucho mejor» (en palabras de Pablo). Cristo
nos da una esperanza firme de que volveremos a encontrarnos. Son muchas las promesas
que mitigan la desesperación del creyente en los momentos de luto. Sin embargo,
a pesar de los numerosos motivos de esperanza y del consuelo de la fe, ni aun
el más fuerte de los creyente puede evitar el dolor de la separación cuando
pierde a un ser querido. Lo natural es el dolor
ante la muerte. De lo expuesto anteriormente se deduce que nuestra reacción espontánea ante la muerte sea de
dolor y de rechazo. ¡Esto sí que es
natural! Aquí es donde empezamos a entender que es
necesario saber llorar para soltar la perdida. Lloramos porque el trauma de la
separación, en sí mismo, es idéntico al del progimo. La esperanza firme en una
vida nueva con Cristo no detiene de forma automática las lágrimas. La Biblia es
muy realista cuando nos narra de la manera más natural el duelo de grandes
siervos de Dios, desde los patriarcas hasta los ancianos de la iglesia de
Efeso. De ellos nos dice Lucas que «hubo gran llanto de todos; y echándose al
cuello de Pablo le besaban, doliéndose en
gran manera por la palabra
que dijo de que no verían más su rostro» (Hch. 20:37-38).
Qué esperar.Puede parecer imposible recuperarse después de perder a un ser querido es igual al espera que sane una herida el mismo día del accidente. Pero la aflicción mejora gradualmente y se vuelve menos intensa con el tiempo; es decir hay que esperar la cicatrización si hay buenas defensas en el organismo o una acertada curación. Tal vez, saber algunas de las cosas que puedes esperar durante el proceso de duelo pueda ayudarte a superar el dolor. Los primeros días después de la muerte de una persona pueden ser intensos, la gente puede expresar emociones fuertes, tal vez llorar o consolarse mutuamente y reunirse para expresar su apoyo y sus condolencias a quienes se ven más afectados por la pérdida. Es normal que sientas que "te estás volviendo loco" y que sientas mucha ansiedad, pánico, tristeza e impotencia. Algunas personas dicen tener una sensación de "irrealidad", como si estuviesen mirando el mundo desde un lugar lejano. Otras se sienten malhumoradas, irritables y con resentimiento. La familia y los amigos suelen participar en reuniones de consuelo y oración, donde se notara que no es igual al de la persona sin una fe personal en Cristo. ¡En absoluto! La fe cambia profundamente la forma de llorar. Lloramos, sí, pero lloramos de manera diferente, lloramos con esperanza. Estas actividades pueden ayudar a la gente a superar los primeros días posteriores a la muerte y a honrar a las personas dolientes. La gente puede pasar algún tiempo reunida conversando y compartiendo recuerdos de la persona que falleció. Esto puede extenderse por días o semanas después de la pérdida y los amigos y la familia traen alimentos, envían tarjetas o pasan a visitarte. Muchas veces, la gente muestra sus emociones en este período. Pero, en ocasiones, una persona puede estar tan sorprendida o superada por la muerte que no demuestra las emociones en forma inmediata, aun cuando la pérdida sea muy terrible. No es nada raro ver a las personas sonriendo y hablando con otras en un funeral, como si nada triste hubiese ocurrido. Pero estar junto a otras personas que atraviesan el duelo puede brindar cierto alivio y recordarnos que algunas cosas continuarán igual que antes.
En algunos casos, cuando terminan los
rituales asociados con el duelo, la gente puede sentir que deberían haber
"superado" la pérdida porque todo parece haber vuelto a la
normalidad. Cuando la gente que está de duelo regresa a sus actividades
normales, puede resultarle difícil entregarse de lleno a las tareas de todos los
días. Muchas personas vuelven a realizar sus tareas normales después de unos
pocos días o de una semana. Pero si bien es posible que no hablen tanto de su
pérdida, el proceso de duelo continúa con llantos espontáneos.
Es natural continuar teniendo sentimientos
y preguntas durante un tiempo después de la muerte de una persona. También es
natural comenzar a sentirse un poco mejor. Depende mucho de la manera en que la
pérdida afecte tu vida. Está bien estar afligido durante días, semanas, o
incluso más tiempo, según cuán cercana era la persona fallecida. No importa
cómo elijas pasar tu duelo, no existe una manera correcta de hacerlo. El proceso de duelo es gradual y dura más en algunas personas
que en otras, eso depende de la dependencia que se tenía de la persona que
partió. Puede haber momentos en los que pienses que nunca disfrutarás de la
vida de la misma manera, pero ésta es una reacción natural después de una
pérdida. Es importante ser honesto consigo mismo y darse tiempo dependiendo las
circunstancias.
Cuidarte
a ti mismo. La pérdida
de un ser querido puede ser estresante. Cuidarte a ti mismo en cosas pequeñas,
pero importantes, puede ayudarte a enfrentarla. Cuidar de uno mismo es cuidar
nuestras emociones; Nuestro lenguaje interno, las
palabras que nos decimos a nosotros mismos, determinan en gran modo
nuestras emociones, como nos sentimos con nuestra vida y nuestros resultados. De
qué maneras prácticas podemos expresar este duelo con esperanza; sin amargura,
con paz y con fe de que todo pasara, pero esa fe debe estar fundamentada. Aprende a crear tus propias afirmaciones que
te impulsen hacia tus objetivos actuales. Si la afirmación que creas está lejos
de tu realidad actual, puede que no resuene en ti ni te ayude. Las afirmaciones
que crees deben estimularte, inculcar en ti expectativa y fe. Antes de utilizar
afirmaciones, asegúrate que es algo que quieres lograr y está a tu alcance.
Establece tus metas primero y luego crea las afirmaciones que te impulsen. El
duelo en la gran mayoría de persona los lleva a una depresión; porque ha pasado un excesivo tiempo desde
la aparición de ese detonante, sin que la persona se reponga y vuelva a
desarrollar una actividad normal, entonces va a requerir de un diagnóstico
adecuado para poder determinar el tratamiento específico necesario para
superarlo. Un punto bastante importante que tienen en común las personas es que
buscan la satisfacción y bienestar personal basándose en sus creencias. Las
técnicas y maniobras que usan para provocar la sanidad, la paz y el
equilibrio emocional, están basado en esa fuerza de voluntad de querer una
transformación satisfactoria, el problema es que tarde o temprano se encuentran
ante un muro que les impide pasar para tomar dominio de la situación ( ese territorio),
al campo desconocido de lo espiritual. Por eso, es prioritario cuidar las
emociones, lo que se decreta, lo que se piensa. La especie humana es un ser
físico-espiritual, capaz de producir actos tanto negativos como positivos. Un ejemplo
de esto es el estado emocional de la madre que afecta al feto: Se ha demostrado que los nueve
meses de gestación constituyen una etapa crucial en la vida de cada ser humano.
El tipo de relación con la madre y con el exterior determinarán las actitudes
que acompañarán a ese futuro bebé durante toda la vida. «El estado emocional de
la madre afecta al desarrollo del feto, va a repercutir en cómo afronte la
crianza, en el estado del bebé y, por tanto, en su desarrollo social, cognitivo
y emocional. El estrés maternal severo influye en la segregación de ciertas
hormonas placentarias, como el cortisol, potenciando la vulnerabilidad de los
niños al estrés. Veamos un ejemplo bíblico de la reacción de luto de los
discípulos con la muerte de Esteban:
«Y hombres piadosos llevaron a enterrar a Esteban, e
hicieron gran llanto sobre él» (Hch. 8:2).
¿Por qué tenían que llorar si su amado hermano estaba con el Señor? ¿Acaso la
gloriosa visión del cielo que Esteban acababa de tener no era una confirmación
de su fe? ¿Acaso la reciente resurrección de Jesús, con sus posteriores
apariciones, no estaba fresca en su memoria? Entonces, ¿por qué lloraban? La fe
no excluye el duelo. La reacción de llanto de los discípulos era normal y
necesaria. «Hay un tiempo para todo y todo lo que se quiere debajo del cielo
tiene su hora» dijo el autor del Eclesiastés. Ante la muerte hay un tiempo para la
expresión robusta de la fe, como hizo Esteban; pero también hay tiempo para llorar.
Las lágrimas no son señal de una fe débil. Son la muestra de que el lado más
duro de la muerte –la separación- una perdida momentánea ha tocado la fibra más
sensible del corazón humano. Aquí hay algunas cosas
que quizás te ayuden:
·
Recuerda que la aflicción es
una emoción normal. Debes saber que la
aflicción puede desaparecer (y va a desaparecer)
·
Reúnete con otros. Incluso las reuniones informales de familiares y amigos brindan
una sensación de apoyo y ayudan a la gente a no sentirse tan aislada durante
los primeros días y semanas del duelo.
·
Cuando puedas, habla de ello. A algunas personas les ayuda contar la historia de su pérdida o
hablar de sus sentimientos. En ocasiones, una persona no tiene deseos de
hablar. Eso también está bien. Nadie debe sentirse presionado a hablar.
·
Exprésate. Aun cuando no sientas deseos de hablar, encuentra maneras de
expresar tus emociones y tus pensamientos. Comienza a escribir un diario sobre
los recuerdos que tienes de la persona que perdiste y de cómo te sientes desde
la pérdida. O escribe una canción, un poema o un tributo a la persona que
falleció. Puedes hacerlo de manera privada o compartirlo con otros.
· Haz ejercicio. El ejercicio puede cambiar tu humor. Puede resultar difícil sentirse
motivado; por lo tanto, modifica tu rutina normal si es necesario.
· Aliméntate bien. Seguramente tengas deseos de saltear comidas o quizá no tengas
hambre, pero tu cuerpo necesita comida nutritiva.
· Únete a un grupo de apoyo. Si consideras que puede interesarte concurrir a un grupo de apoyo,
pregúntale a un consejero cómo unirte a uno. Lo que debes recordar es que no
tienes por qué estar sólo con tus sentimientos o tu dolor.
· Expresa y libera tus emociones. Si tienes deseos de llorar, no te reprimas. No te preocupes si al realizar
algunas actividades resulta doloroso porque te trae recuerdos de la persona que
murio. Esto es normal. Después de un tiempo, será menos doloroso.
·
Recuerde que en futuro hay la
esperanza de volver a encontrarse con esa persona. ¿Qué es lo que
dice la Biblia acerca de si podremos ver y conocer a nuestros seres amados en
el Cielo? La Biblia declara que cuando lleguemos al Cielo, “...seremos
semejantes a Él; porque le veremos tal como Él es.” (1 Juan 3:2). 1 Corintios
15:42-44 describe nuestros cuerpos resucitados: “Así también es la resurrección
de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción. Se
siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará
en poder. Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo
animal, y hay cuerpo espiritual.” Al igual que nuestros cuerpos terrenales fueron como el del primer hombre Adán
(1 Corintios 15:47a), así también nuestros cuerpos resucitados serán como el de
Cristo (1 Corintios 15:47b). “Y así como hemos traído la imagen del terrenal,
traeremos también la imagen del celestial”. “Porque es necesario que esto
corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.”
(1 Corintios 15:49, 53). Así que si Jesús fue reconocible en Su cuerpo
resucitado, no veo razón por la que los nuestros sean diferentes. Poder ver a nuestros
seres queridos es uno de los aspectos gloriosos del Cielo – pero el Cielo es
mucho más acerca de Dios, y mucho menos acerca de nuestros deseos. Qué placer
será estar reunidos con nuestros seres amados, y adorar a Dios con ellos por
toda la eternidad.
Conseguir ayuda para un duelo intenso. Si tu dolor no disminuye después de un tiempo de la muerte del ser
amado, es posible que desees recibir ayuda. Si el duelo se transformó en depresión severa, es muy importante que
se lo digas a alguien. ¿Cómo saber si el duelo está durando demasiado tiempo?
Éstas son algunas de las señales:
·
Has estado de duelo
durante cuatro meses o más y no te sientes mejor.
·
Te sientes deprimido.
·
Tu dolor es tan intenso
que sientes que no puedes continuar con tus actividades habituales.
·
Tu dolor está afectando
tu capacidad para concentrarte, dormir, comer o socializar como lo hacías
normalmente.
·
Sientes que no puedes
continuar viviendo después de la pérdida, o piensas en el suicidio, la muerte o
en lastimarte a ti mismo.
En
cierta medida, es natural que una pérdida haga que las personas piensen en la
muerte. Pero si la pérdida ha hecho que pienses en el suicidio o en lastimarte
a ti mismo de alguna manera, o si sientes que no puedes continuar viviendo
después de tu pérdida, es importante que se lo digas a alguien de inmediato. La
ayuda de un terapeuta profesional puede serte útil, porque te permite hablar de
tu pérdida y expresar sentimientos intensos. Muchos consejeros se especializan
en trabajar el “duelo” la pérdida de
un ser querido y la depresión.
Reciba un cordial saludo y mis mejores deseos por su éxito profesional y su bienestar personal, pero en especial recibe de Nuestro Señor Jesucristo las bendiciones conforme a su voluntad y a los deseo de su corazón. Cuando los transporte en mi taxi y recibí su tarjeta, supe que nos identificaríamos en algo. He visto su pagina y a decir verdad es muy interesante saber que existen ministerios constituidos en instituciones cuyo principal objetivo sea el de obedecer a Nuestro Padre Celestial, lo cual lleva merito implícito, pues de este modo se esta sirviendo a la obra haciendo de la palabra de Dios una realidad y dando testimonio de nuestra condición de Cristianos.
ResponderEliminarMe alegra saber que la palabra de Dios llega cada vez a más personas, a través de ministerios como el que usted desarrolla, y me adhiero a sus buenos deseos, con humildad y servicio, pero ente todo con temor y temblor de Dios para servir a mis hermanos en Cristo Jesús.
Cordialmente
Néstor O. Acosta P.
Psicólogo