31 enero 2014

EL DUELO POR CAUSA DE LA MUERTE

MONOGRAFIA:  LA VERDAD DE LA MUERTE Y EL DUELO. 
CAPITULO VIII-Final
El duelo en primera instancia se relaciona con la muerte pero no siempre es así. Existen muchos tipos de pérdidas y no todas tienen que ver con la muerte. Una persona también puede hacer duelo tras la ruptura de una relación íntima  como el “divorcio” o después de que uno de los padres, un hermano o un amigo se muda alejándose de la vida en común. Como vemos el duelo está relacionado con la pérdida de… ese algo ocasiona casi siempre dolor o tristeza, que hace que se manifieste un vacío interior, en la mayorías de veces no podemos explicar que es lo que nos sucede y como superarse o sanarse, algunos personas quieren evitarlo. Para concluir esta monografía, empecemos explicando que todo está centrado en lo que llamamos las emociones, estas también se enferman a causa de un suceso que impacte nuestra vida. Las emociones son reacciones psicofisiológicas que representan modos de adaptación a ciertos estímulos del individuo cuando percibe un objeto, persona, lugar, suceso, o recuerdo importante. Psicológicamente, las emociones alteran la atención (entender las cosas), hacen subir de rango ciertas conductas que guían las respuestas del individuo y activan redes asociativas relevantes en la memoria. Fisiológicamente, las emociones organizan rápidamente las respuestas de distintos sistemas biológicos, incluidas las expresiones faciales, los músculos, la voz, la actividad del sistema nervioso autónomo o neurovegetativo (SNA), (también conocido como sistema nervioso vegetativo, que es la parte que controla las acciones involuntarias), y la del sistema endocrino o también llamado sistema de glándulas de secreción interna ( es el conjunto de órganos y tejidos del organismo, que segregan  hormonas, esta sustancia es liberada al torrente sanguíneo y regulan algunas de las funciones del cuerpo),  su sistema de señales es similar al del sistema nervioso, pero en este caso, en lugar de utilizar impulsos eléctricos a distancia, funciona exclusivamente por medio de sustancias (señales químicas o mensajeros químicos, que incluye también a los neurotransmisores y las feromonas. A veces es difícil clasificar a un mensajero químico como hormona o neurotransmisor). Las emociones organizan  y controlan estos dos sistemas a fin de establecer un medio interno óptimo para el comportamiento más efectivo. Conductualmente, las emociones sirven para establecer nuestra posición con respecto a nuestro entorno, y nos impulsan hacia ciertas personas, objetos, acciones, ideas y nos alejan de otros. Las emociones actúan también como depósito de influencias innatas y aprendidas, y poseen ciertas características invariables y otras que muestran cierta variación entre individuos, grupos y culturas. Como podemos ver las emociones generan  nuestros sentimientos, tiene que ver también con la interacción entre la mente y personalidad activa de un individuo, a saber: "la vida"  es el potencializador de estímulos, la fuerza del alma. Si somos conscientes de nuestro sistema, vemos que es necesario ayudarlo a que se desintoxique de esos impactos. Si has perdido a un ser querido, es posible que pases por todo tipo de emociones. Es probable que estés triste, preocupado o asustado. Tal vez no estés preparado, estés impresionado o confundido. Puedes sentirte enojado, engañado, aliviado, culpable, exhausto o simplemente vacío. Tus emociones pueden ser más intensas o más profundas que lo habitual, o estar entremezcladas de una manera que nunca habías experimentado. A algunas personas les cuesta concentrarse, estudiar o comer cuando están atravesando una etapa de duelo. Otras pierden el interés por actividades que solían disfrutar. Algunos se enfrascan en distraer la mente (juegos de computación o beben o comen en exceso etc.) hasta llegar el punto de no pensar en el suceso. Y otras personas se sienten adormecidas, negando la realidad como si nada hubiese ocurrido. Todas estas emociones son reacciones naturales frente a la muerte pero que se necesita ser sanadas. Lo que es cierto es que la muerte no es algo natural, sino todo lo contrario: es un hecho antinatural porque no fuimos creados para morir, sino para vivir. Está lejos del plan original de Dios al crear al ser humano. La muerte es «normal» en el sentido que afecta a todos, es una experiencia universal; pero es antinatural y repulsiva en su misma esencia. La Palabra de Dios nos define la muerte claramente como un enemigo, «el último enemigo». Por ello siempre nos costará aceptar algo que va en contra de la imagen Dios en nosotros, en contra de este sello de eternidad del que nos habla el autor de Eclesiastés: «Ha puesto eternidad en el corazón de ellos» (Ec. 3:11).

¿Qué es el duelo?

Las emociones se enferman
El duelo es la reacción global del ser humano que se generan primeramente en lo emocional y luego física y espiritual en respuesta a la pérdida de….. A lo largo de nuestras vidas las pérdidas constituyen un fenómeno mucho más amplio y para bien o para mal, universal. A través de la muerte de un ser querido sentimos que perdemos; porque nos sentimos abandonados, que estamos obligados a un cambio de vida, y que hay que seguir aparentemente solos la vida. Nuestras pérdidas incluyen también las renuncias conscientes e inconscientes de nuestros sueños románticos con esa persona, la cancelación de nuestras esperanzas irrealizables, nuestras ilusiones de poder y de seguridad, así como la pérdida de nuestra juventud. Pérdidas que al decir de la gran mayoría  nos acompañan toda una vida, pérdidas necesarias, pérdidas que aparecerán cuando nos enfrentemos a la muerte de alguien querido. Los pensamientos que nos llega y que se vuelven recurrentes entre otros son:
- Que, esencialmente, estamos aquí solos;
- Que nuestra condición en este mundo es implacablemente pasajera;
Estas pérdidas forman parte de nuestra vida, son constantes universales e insoslayables. Y son pérdidas necesarias porque crecemos a través de ellas. Este camino señala que debemos renunciar a lo que ya no está y que eso es madurar. Hay que aprender a sanar estas heridas que se producen cuando algo cambia, cuando el otro parte, cuando la situación se acaba, cuando ya no tengo aquello que tenía o creía que tenía o cuando me doy cuenta de que nunca lo tendré lo que esperaba tener algún día (y ni siquiera es importante si verdaderamente lo tuve o no). La biblia nos habla en 2 Corintios 5:6  “Así vivimos, confiando siempre y comprendiendo que durante nuestra estancia en el cuerpo peregrinamos ausentes del Señor. 7 Porque andamos por fe, no por vista. 8 Pues confiamos y consideramos mejor estar ausentes del cuerpo, y estar presentes delante del Señor.”

En psicología se define el duelo como aquel sentimiento o percepción de los elementos y relaciones de la realidad “la muerte”  o la imaginación de que algo va a suceder (temor, miedo a…), que se expresa físicamente mediante alguna función fisiológica como reacciones faciales o pulso cardíaco, e incluye reacciones de conducta como la agresividad, el llanto. Es un estado que sobreviene súbita y bruscamente por medio de un pensamiento o de un suceso inesperado, en donde se manifiesta en forma de crisis más o menos violentas y más o menos pasajeras, al no tener control de las mismas. Las personas que están de duelo pueden en algún momento experimentar los siguientes cambios:
·         Sienten emociones fuertes, como la tristeza y la ira
·         Tienen reacciones físicas, como falta de sueño o sensación de náusea
·         Tienen reacciones espirituales frente a la muerte. Por ejemplo, algunas personas se cuestionan sus creencias y se sienten muy decepcionadas de su religión mientras que otras descubren que su fe es más fuerte que nunca

El proceso de duelo lleva tiempo y las heridas se sanan gradualmente. La intensidad del duelo puede depender de si la pérdida fue inesperada y repentina, y de la relación que tenías con la persona que falleció. Algunas personas escriben sobre el duelo y aseguran que se da en etapas, pero en realidad se suele sentir como "oleadas" o ciclos de dolor que van y vienen según lo que estás haciendo y si existen elementos que te hagan recordar a la persona que murió. Dentro de la mentalidad de un doliente al perder a un familiar cercano, como un padre o un hermano, en sus pensamientos se va encontrar con la falacia; es posible que sientas que te robaron el tiempo que deseabas pasar con esa persona. También puede resultar difícil expresar tu propia aflicción cuando los demás integrantes de tu familia también están afligidos. Como también algunas personas pueden esconder su propia aflicción o evitar hablar de la persona que falleció, porque tienen miedo de entristecer a un padre o a otro integrante de la familia. También es natural sentirse culpable por una discusión pasada o una relación compleja con la persona que murió. Pero los lazos de amor que compartimos con las personas son reales y los sentimientos de pérdida y dolor que tenemos cuando mueren también lo son. Pero que nos dice la Palabra de Dios; 2 Samuel 12:22 El respondió: -Mientras el niño vivía, yo ayunaba y lloraba pensando: "Quién sabe si Jehovah tendrá compasión de mí, y el niño vivirá." 23 Pero ahora que ha muerto, ¿para qué he de ayunar? ¿Podré yo hacerle volver? ¡Yo iré a él, pero él no volverá a mí!” Hay una esperanza. Todos estos sentimientos y reacciones son normales dentro de una crisis o eventualidad de desgracia o pérdida. Pero ¿qué puede hacer una persona para superarlos? ¿Cuánto dura el duelo? ¿Alguna vez todo volverá a la normalidad? ¿Y cómo vas a seguir adelante sin la persona que falleció?

Enfrentar el duelo. Así como la gente siente el duelo de muchas maneras diferentes, también lo maneja de manera diferente. Algunas personas buscan el apoyo de otras y encuentran alivio en los buenos recuerdos. Otras tratan de mantenerse ocupadas para alejar su mente de la pérdida. Algunas personas se deprimen y se alejan de sus amigos o evitan los lugares o situaciones que les recuerdan a la persona fallecida. A algunas personas, las puede ayudar hablar con otros de su pérdida. Algunas lo hacen natural y fácilmente con amigos y familiares; otras hablan con un terapeuta profesional.

Algunas personas quizás no sientan ganas de hablar mucho del tema, porque les cuesta encontrar palabras para expresar una emoción tan profunda y personal, o se preguntan si hablar les hará sentir más dolor. Esto está bien, siempre y cuando encuentres otras maneras de hacer frente a tu dolor. En algunos casos, la gente canaliza su dolor involucrándose en actividades peligrosas y autodestructivas. Hacer cosas como beber, drogarse o cortarse el cuerpo para escapar de la realidad de una pérdida puede aplacar el dolor, pero la sensación es únicamente temporal. La persona no está realmente enfrentando el dolor; simplemente lo está enmascarando, lo que hace que esos sentimientos se acumulen en el interior, prolongando el duelo. Si el dolor parece empeorar, si sientes deseos de lastimarte a ti mismo o tienes pensamientos suicidas, habla con alguien en quien confíes y dile cómo te sientes. En cambio cuando el creyente pierde a un ser querido, tiene muchos motivos de consuelo. Sabe que Cristo ha cambiado el sentido de la muerte, que ya no es el final de todo sino la transición a una vida «mucho mejor» (en palabras de Pablo). Cristo nos da una esperanza firme de que volveremos a encontrarnos. Son muchas las promesas que mitigan la desesperación del creyente en los momentos de luto. Sin embargo, a pesar de los numerosos motivos de esperanza y del consuelo de la fe, ni aun el más fuerte de los creyente puede evitar el dolor de la separación cuando pierde a un ser querido. Lo natural es el dolor ante la muerte. De lo expuesto anteriormente se deduce que nuestra reacción espontánea ante la muerte sea de dolor y de rechazo. ¡Esto sí que es natural! Aquí es donde empezamos a entender que es necesario saber llorar para soltar la perdida. Lloramos porque el trauma de la separación, en sí mismo, es idéntico al del progimo. La esperanza firme en una vida nueva con Cristo no detiene de forma automática las lágrimas. La Biblia es muy realista cuando nos narra de la manera más natural el duelo de grandes siervos de Dios, desde los patriarcas hasta los ancianos de la iglesia de Efeso. De ellos nos dice Lucas que «hubo gran llanto de todos; y echándose al cuello de Pablo le besaban, doliéndose en gran manera por la palabra que dijo de que no verían más su rostro» (Hch. 20:37-38).

Qué esperar.Puede parecer imposible recuperarse después de perder a un ser querido es igual al espera que sane una herida el mismo día del accidente. Pero la aflicción mejora gradualmente y se vuelve menos intensa con el tiempo; es decir hay que esperar la cicatrización si hay buenas defensas en el organismo o una acertada curación. Tal vez, saber algunas de las cosas que puedes esperar durante el proceso de duelo pueda ayudarte a superar el dolor. Los primeros días después de la muerte de una persona pueden ser intensos, la gente puede expresar emociones fuertes, tal vez llorar o consolarse mutuamente y reunirse para expresar su apoyo y sus condolencias a quienes se ven más afectados por la pérdida. Es normal que sientas que "te estás volviendo loco" y que sientas mucha ansiedad, pánico, tristeza e impotencia. Algunas personas dicen tener una sensación de "irrealidad", como si estuviesen mirando el mundo desde un lugar lejano. Otras se sienten malhumoradas, irritables y con resentimiento. La familia y los amigos suelen participar en reuniones de consuelo y oración, donde se notara que no es igual al de la persona sin una fe personal en Cristo. ¡En absoluto! La fe cambia profundamente la forma de llorar. Lloramos, sí, pero lloramos de manera diferente, lloramos con esperanza. Estas actividades pueden ayudar a la gente a superar los primeros días posteriores a la muerte y a honrar a las personas dolientes. La gente puede pasar algún tiempo reunida conversando y compartiendo recuerdos de la persona que falleció. Esto puede extenderse por días o semanas después de la pérdida y los amigos y la familia traen alimentos, envían tarjetas o pasan a visitarte. Muchas veces, la gente muestra sus emociones en este período. Pero, en ocasiones, una persona puede estar tan sorprendida o superada por la muerte que no demuestra las emociones en forma inmediata, aun cuando la pérdida sea muy terrible. No es nada raro ver a las personas sonriendo y hablando con otras en un funeral, como si nada triste hubiese ocurrido. Pero estar junto a otras personas que atraviesan el duelo puede brindar cierto alivio y recordarnos que algunas cosas continuarán igual que antes.

En algunos casos, cuando terminan los rituales asociados con el duelo, la gente puede sentir que deberían haber "superado" la pérdida porque todo parece haber vuelto a la normalidad. Cuando la gente que está de duelo regresa a sus actividades normales, puede resultarle difícil entregarse de lleno a las tareas de todos los días. Muchas personas vuelven a realizar sus tareas normales después de unos pocos días o de una semana. Pero si bien es posible que no hablen tanto de su pérdida, el proceso de duelo continúa con llantos espontáneos.
Es natural continuar teniendo sentimientos y preguntas durante un tiempo después de la muerte de una persona. También es natural comenzar a sentirse un poco mejor. Depende mucho de la manera en que la pérdida afecte tu vida. Está bien estar afligido durante días, semanas, o incluso más tiempo, según cuán cercana era la persona fallecida. No importa cómo elijas pasar tu duelo, no existe una manera correcta de hacerlo. El proceso de duelo es gradual y dura más en algunas personas que en otras, eso depende de la dependencia que se tenía de la persona que partió. Puede haber momentos en los que pienses que nunca disfrutarás de la vida de la misma manera, pero ésta es una reacción natural después de una pérdida. Es importante ser honesto consigo mismo y darse tiempo dependiendo las circunstancias.


Cuidarte a ti mismo. La pérdida de un ser querido puede ser estresante. Cuidarte a ti mismo en cosas pequeñas, pero importantes, puede ayudarte a enfrentarla. Cuidar de uno mismo es cuidar nuestras emociones; Nuestro lenguaje interno, las palabras  que nos decimos a nosotros mismos, determinan en gran modo nuestras emociones, como nos sentimos con nuestra vida y nuestros resultados. De qué maneras prácticas podemos expresar este duelo con esperanza; sin amargura, con paz y con fe de que todo pasara, pero esa fe debe estar fundamentada.  Aprende a crear tus propias afirmaciones que te impulsen hacia tus objetivos actuales. Si la afirmación que creas está lejos de tu realidad actual, puede que no resuene en ti ni te ayude. Las afirmaciones que crees deben estimularte, inculcar en ti expectativa y fe. Antes de utilizar afirmaciones, asegúrate que es algo que quieres lograr y está a tu alcance. Establece tus metas primero y luego crea las afirmaciones que te impulsen. El duelo en la gran mayoría de persona los lleva a una depresión; porque ha pasado un excesivo tiempo desde la aparición de ese detonante, sin que la persona se reponga y vuelva a desarrollar una actividad normal, entonces va a requerir de un diagnóstico adecuado para poder determinar el tratamiento específico necesario para superarlo. Un punto bastante importante que tienen en común las personas es que buscan la satisfacción y bienestar personal basándose en sus creencias. Las técnicas y maniobras que usan para provocar la sanidad, la paz y  el equilibrio emocional, están basado en esa fuerza de voluntad de querer una transformación satisfactoria, el problema es que tarde o temprano se encuentran ante un muro que les impide pasar para tomar dominio de la situación ( ese territorio), al campo desconocido de lo espiritual. Por eso, es prioritario cuidar las emociones, lo que se decreta, lo que se piensa. La especie humana es un ser físico-espiritual, capaz de producir actos tanto negativos como positivos. Un ejemplo de esto es el estado emocional de la madre que  afecta al feto: Se ha demostrado que los nueve meses de gestación constituyen una etapa crucial en la vida de cada ser humano. El tipo de relación con la madre y con el exterior determinarán las actitudes que acompañarán a ese futuro bebé durante toda la vida. «El estado emocional de la madre afecta al desarrollo del feto, va a repercutir en cómo afronte la crianza, en el estado del bebé y, por tanto, en su desarrollo social, cognitivo y emocional. El estrés maternal severo influye en la segregación de ciertas hormonas placentarias, como el cortisol, potenciando la vulnerabilidad de los niños al estrés. Veamos un ejemplo bíblico de la reacción de luto de los discípulos con la muerte de Esteban:
«Y hombres piadosos llevaron a enterrar a Esteban, e hicieron gran llanto sobre él» (Hch. 8:2). ¿Por qué tenían que llorar si su amado hermano estaba con el Señor? ¿Acaso la gloriosa visión del cielo que Esteban acababa de tener no era una confirmación de su fe? ¿Acaso la reciente resurrección de Jesús, con sus posteriores apariciones, no estaba fresca en su memoria? Entonces, ¿por qué lloraban? La fe no excluye el duelo. La reacción de llanto de los discípulos era normal y necesaria. «Hay un tiempo para todo y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora» dijo el autor del Eclesiastés. Ante la muerte hay un tiempo para la expresión robusta de la fe, como hizo Esteban; pero también hay tiempo para llorar. Las lágrimas no son señal de una fe débil. Son la muestra de que el lado más duro de la muerte –la separación- una perdida momentánea ha tocado la fibra más sensible del corazón humano. Aquí hay algunas cosas que quizás te ayuden:

·         Recuerda que la aflicción es una emoción normal. Debes saber que la aflicción puede desaparecer (y va a desaparecer)


·         Reúnete con otros. Incluso las reuniones informales de familiares y amigos brindan una sensación de apoyo y ayudan a la gente a no sentirse tan aislada durante los primeros días y semanas del duelo.


·         Cuando puedas, habla de ello. A algunas personas les ayuda contar la historia de su pérdida o hablar de sus sentimientos. En ocasiones, una persona no tiene deseos de hablar. Eso también está bien. Nadie debe sentirse presionado a hablar.


·         Exprésate. Aun cuando no sientas deseos de hablar, encuentra maneras de expresar tus emociones y tus pensamientos. Comienza a escribir un diario sobre los recuerdos que tienes de la persona que perdiste y de cómo te sientes desde la pérdida. O escribe una canción, un poema o un tributo a la persona que falleció. Puedes hacerlo de manera privada o compartirlo con otros.


·        Haz ejercicio. El ejercicio puede cambiar tu humor. Puede resultar difícil sentirse motivado; por lo tanto, modifica tu rutina normal si es necesario.


·      Aliméntate bien. Seguramente tengas deseos de saltear comidas o quizá no tengas hambre, pero tu cuerpo necesita comida nutritiva.


·    Únete a un grupo de apoyo. Si consideras que puede interesarte concurrir a un grupo de apoyo, pregúntale a un consejero cómo unirte a uno. Lo que debes recordar es que no tienes por qué estar sólo con tus sentimientos o tu dolor.


·      Expresa y libera tus emociones. Si tienes deseos de llorar, no te reprimas. No te preocupes si al realizar algunas actividades resulta doloroso porque te trae recuerdos de la persona que murio. Esto es normal. Después de un tiempo, será menos doloroso.
·         Recuerde que en futuro hay la esperanza de volver a encontrarse con esa persona. ¿Qué es lo que dice la Biblia acerca de si podremos ver y conocer a nuestros seres amados en el Cielo? La Biblia declara que cuando lleguemos al Cielo, “...seremos semejantes a Él; porque le veremos tal como Él es.” (1 Juan 3:2). 1 Corintios 15:42-44 describe nuestros cuerpos resucitados: “Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción. Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder. Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual.”  Al igual que nuestros cuerpos terrenales fueron como el del primer hombre Adán (1 Corintios 15:47a), así también nuestros cuerpos resucitados serán como el de Cristo (1 Corintios 15:47b). “Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial”. “Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.” (1 Corintios 15:49, 53). Así que si Jesús fue reconocible en Su cuerpo resucitado, no veo razón por la que los nuestros sean diferentes. Poder ver a nuestros seres queridos es uno de los aspectos gloriosos del Cielo – pero el Cielo es mucho más acerca de Dios, y mucho menos acerca de nuestros deseos. Qué placer será estar reunidos con nuestros seres amados, y adorar a Dios con ellos por toda la eternidad.

 
JESÚS CRISTO ES LA RESURRECCIÓN Y LA VIDA
Conseguir ayuda para un duelo intenso. Si tu dolor no disminuye después de un tiempo de la muerte del ser amado, es posible que desees recibir ayuda. Si el duelo se transformó en depresión severa, es muy importante que se lo digas a alguien. ¿Cómo saber si el duelo está durando demasiado tiempo? Éstas son algunas de las señales:

·         Has estado de duelo durante cuatro meses o más y no te sientes mejor.


·         Te sientes deprimido.


·         Tu dolor es tan intenso que sientes que no puedes continuar con tus actividades habituales.


·         Tu dolor está afectando tu capacidad para concentrarte, dormir, comer o socializar como lo hacías normalmente.


·         Sientes que no puedes continuar viviendo después de la pérdida, o piensas en el suicidio, la muerte o en lastimarte a ti mismo.
En cierta medida, es natural que una pérdida haga que las personas piensen en la muerte. Pero si la pérdida ha hecho que pienses en el suicidio o en lastimarte a ti mismo de alguna manera, o si sientes que no puedes continuar viviendo después de tu pérdida, es importante que se lo digas a alguien de inmediato. La ayuda de un terapeuta profesional puede serte útil, porque te permite hablar de tu pérdida y expresar sentimientos intensos. Muchos consejeros se especializan en trabajar el “duelo” la pérdida de un ser querido y la depresión.

¿Alguna vez lo superaré?. Los amigos y familiares bien intencionados pueden decirle a una persona que está de duelo que necesita "seguir adelante" después de una pérdida. Lamentablemente, este tipo de consejo puede hacer que las personas duden en hablar de su dolor o que sientan que están haciendo un mal duelo o uno demasiado prolongado, o que no son normales. Es útil recordar que el proceso de duelo es sumamente personal e individual: no existe una manera correcta o incorrecta de hacer duelo. Cada persona necesita su propio tiempo para encontrar alivio. Sin embargo, es importante que las personas que están atravesando un duelo no pierdan las ganas de vivir. Si no te gusta la idea de seguir adelante, tal vez la idea de "continuar" te parezca más adecuada. A veces, puede ayudarte recordarte a ti mismo continuar haciendo todo lo que puedas por el momento. Permítete estar triste e intenta no escaparte de tus emociones, pero descárgalas en Cristo Jesús y Él te ayudara. Pero continúa haciendo cosas que normalmente harías, como estar con amigos, ocuparte de ayudar al prójimo, practicar ejercicio o hacer tus tareas cotidianas.

1 comentario:

  1. Reciba un cordial saludo y mis mejores deseos por su éxito profesional y su bienestar personal, pero en especial recibe de Nuestro Señor Jesucristo las bendiciones conforme a su voluntad y a los deseo de su corazón. Cuando los transporte en mi taxi y recibí su tarjeta, supe que nos identificaríamos en algo. He visto su pagina y a decir verdad es muy interesante saber que existen ministerios constituidos en instituciones cuyo principal objetivo sea el de obedecer a Nuestro Padre Celestial, lo cual lleva merito implícito, pues de este modo se esta sirviendo a la obra haciendo de la palabra de Dios una realidad y dando testimonio de nuestra condición de Cristianos.

    Me alegra saber que la palabra de Dios llega cada vez a más personas, a través de ministerios como el que usted desarrolla, y me adhiero a sus buenos deseos, con humildad y servicio, pero ente todo con temor y temblor de Dios para servir a mis hermanos en Cristo Jesús.

    Cordialmente

    Néstor O. Acosta P.
    Psicólogo

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