27 enero 2017

GENERACIÓN DE GENTE ENOJADA

ENFADO CRÓNICO
DESARROLLO PERSONAL
Por: Carlos A Venegas Maturana PS
Hay personas que están permanentemente enfadadas, es como si el enfado fuera su estado natural. Y no dudan ni un segundo en descargar ese enfado sobre todos aquellos que encuentran en su camino. Estas personas se comportan como verdaderos camiones de basura humanos, no quieren reconocer la carga que llevan a cuestas pero están dispuestas a colocarla encima del primero que pasa (ven a los demás como botes de basura). El diccionario define el enojo como: “Un sentimiento de ira o enfado.” En plural (enojos) también significa: “Molestia, disgusto, y pesar.” Nos ha tocado vivir en los postreros tiempos, los cuales también son tiempos de gente enojada. Basta caminar por las calles, abordar un autobús, o hablar con alguien, para comprobar que mucha gente vive con enojo: Enojados contra Dios, sus familias, sus vecinos, sus negocios, sus gobernantes, su país, etc. 
Lo cierto es que la ira es una de las emociones humanas mas básicas. Todo el mundo se aíra. Es una sensación de estar contra alguien o contra algo. La ira es una emoción "movimiento o impulso" hostil que coloca a las personas incluso contra si mismas. Por su naturaleza la ira implica antagonismo. Sin embargo, la ira es mas sencilla de definir que de identificar. Las emociones, de antagonismo pueden adoptar una variedad de rostros. Recordemos que se interpreta como una  de las reacciones fisiológicas y comportamentales  y que es innata, mientras que otras emociones se pueden adquirirse. Es decir unas se aprenden por experiencia directa, como el miedo o la ira, pero la mayoría de las veces se aprende por observación de las personas de nuestro entorno.  Psicológicamente, la ira como emoción altera la atención, hacen subir de rango ciertas conductas guía de respuestas del individuo y activan redes asociativas relevantes en la memoria y la ira si que afecta en este caso cuando no se aprende a manejarla, pasando a un estado "crónico" la persona que experimenta un enfado permanente se conoce como "crónico" casi siempre está de mal humor, ese estado se extiende durante semanas, meses o incluso años. De hecho, todos conocemos a personas que podríamos calificar como “gruñones perennes”, enfadados eternos que casi nunca sonríen y a los que todo les molesta. Es de observar que fisiológicamente, las emociones organizan rápidamente las respuestas de distintos sistemas biológicos, incluidas las expresiones faciales, los músculos, la voz, la actividad del SNA y la del sistema endocrino, pudiendo tener como fin el establecer un medio interno óptimo para el comportamiento más efectivo. Teniendo en cuenta que los diversos estados emocionales son causados por la liberación de neurotransmisores (o neuromediador) u hormonas, que luego convierten estas emociones en sentimientos y finalmente en el lenguaje. Conductualmente, las emociones sirven para establecer nuestra posición con respecto a nuestro entorno, y nos impulsan hacia ciertas personas, objetos, acciones, ideas y nos alejan de otros como en el caso de la iraAl de afrontar la vida, lo han convertido en una estrategia de afrontamiento Cuando hay alguien que la mayoría del tiempo está enojado se debe a que el enojo reposa un espíritu de necedad ( “se ha anidado”) en su seno, es decir, en sus adentros, en su corazón. Por eso, todo les produce fastidio, incluso las situaciones más triviales, pierden el control fácilmente y se vuelven difíciles de tratar. 
Se considera como una de las emociones básicas; incluyendo la felicidad, la tristeza, el miedo, la sorpresa y la repugnancia. Una nueva investigación publicada en la revista Current Biology por científicos de la Universidad de Glasgow (Escocia, Reino Unido) ha desafiado este punto de vista , y sugiere que sólo hay cuatro entre ellas la ira .
Desde el punto teológico nos enseña es que la ira como "emoción"  ni es buena ni es mala hasta tanto no hay una razón. La ira puede ser productiva y amante, de la misma manera que puede ser destructiva y egoísta. Lo que necesitamos es el discernimiento espiritual para poder controlarla. Bíblicamente el enojo permanente no es sólo un sentimiento, sino que es considerado una condición espiritual. La Biblia nos enseña:
“No te apresures en tu espíritu a enojarte; porque el enojo reposa en el seno de los necios.” (Eclesiastés 7:9)
Como saludable podemos airarnos; Dios sabe que la ira es necesaria para una persona saludable que vive en un mundo de maldad. Por medio de ella podemos expresar la verdad cuando se esta manipulando o reafirmando una mentira. Hemos de dejar de fingir y desechar la mentira y hablar la verdad. Por tanto el ser honestos respecto a nuestra ira es algo que no podemos evitar. El mandamiento es airaos por el daño que su pecado les hace a ustedes y a los demás, y por el daño que el pecado de los demás les hace a ellos y a ustedes. Lo curioso es que la gran mayoría de personas su enfado normalmente no está dirigido contra una persona, situación o hecho sino contra el mundo y la vida en sentido general. Y es que estas personas experimentan una sensación de fastidio y hastío permanente. Desarrollan una actitud intolerante y son híper críticos para con los demás o recurren a la descalificación. En el plano psicológico, se ha relacionado con la depresión ya que ese enfado termina provocando una tristeza profunda que, a la larga, se convierte en desesperanza. La persona que está permanentemente enfadada, pone en su balanza emocional más sentimientos negativos que positivos, por lo que no es extraño que el desencanto y la depresión sienten raíces que; en algunos casos este sentimiento lleva a el suicidio o asesinar. Sin embargo, hemos de tener presente que hay una linea muy delgada entre la ira saludable y la ira egoísta o destructiva, el evitar completamente la ira es otra forma de cometer injusticia. Desafortunadamente, algunos toman la opción de evitarla a toda costa porque han sentido esa ira explosiva desenfrenada que hace que se sientan aterrados de enfrentarla y perder el dominio. Lamentablemente están cayendo de cualquier manera en el juego mental de Satanás, cuando dejamos que nuestra ira se vuelva pecaminosa, no solo cuando dejamos que nuestra ira se vuelva maligna, sino también cuando permitimos que la autoprotección pecaminosa nos impida obedecer el mandamiento de Dios; "Airaos, pero no pequéis". La ira y el amor no se excluyen mutuamente. Pueden ser dos caras de la misma moneda. Una ira justa en una persona compasiva puede ser muy productiva para el bienestar de los demás.
 A lo tocante a la ira o enfado crónico obviamente, provoca problemas en las relaciones interpersonales. Las personas que están continuamente enfadadas son difíciles de tratar por lo que a menudo vulneran los derechos de los demás reaccionando con violencia. Las discusiones son pan cotidiano por lo que quienes están a su alrededor poco a poco comienzan a evitar el contacto y le dejan solo. La ira no es más que un intento de reducir la tensión que percibimos ante una situación que nos resulta difícil de manejar o de aceptar. Al redefinir la situación, logramos poner en práctica una solución más sencilla: el enfado. Por ejemplo, si una persona bromea sobre un error que hemos cometido, podemos reaccionar de diferentes maneras. Las personas seguras de sí incluso pueden llegar a reírse del error, pero una persona insegura no sabrá cómo manejar la situación y es probable que termine enfadándose. Como esa persona es incapaz de ser ingeniosa y reírse de sí misma, lleva la conversación a otro plano e intenta inspirar miedo, ya que percibe la broma como un ataque a su “yo”.Por tanto, el enfado cambia la naturaleza de la situación que lo desencadenó. Sin embargo, lo curioso es que aunque el enfado se manifiesta como una reacción ante determinadas situaciones del medio, en realidad su base se esconde en nuestro interior (alma y espíritu). El enfado crónico no es una mera reacción sino que es la expresión de un problema interior. Por supuesto, cada persona es un mundo y resulta difícil hallar una sola causa pero en la base del enfado crónico suele haber una profunda insatisfacción. En realidad, esa persona no está enfadada con el mundo, sino consigo misma. Esa persona se ha convertido, sin darse cuenta, en su peor enemigo.
Causas principales del enfado crónico
No logras aceptarte. Tienes un asunto pendiente que genera culpa. Te sientes insatisfecho con la realidad. Te sientes inseguro y vulnerable. Quieres autosabotearte. El enfado es como un fuego interno, arde continuamente y si no lo apagamos, terminará consumiendo todo lo que encuentre a su paso. Sin embargo, el primer paso consiste en descubrir cuál es su causa. ¿De dónde proviene ese enfado permanente?
Considera que cuando te enfadas porque el vecino ha puesto la música demasiado alta, porque alguien ha aparcado utilizando dos puestos cuando necesitaba solo uno o porque tu compañero de trabajo se ha equivocado en el informe, en realidad esa no es más que la gota que ha colmado el vaso.
Cuando hemos alcanzado un estado de paz interior, los pequeños problemas cotidianos no son capaces de irritarnos. Sin embargo, cuando ya estamos enfadados, esos pequeños problemas pueden desencadenar una tormenta emocional. Es comprensible que la gente que no se ha entregado a Cristo viva enojada, ya que ellos no tienen al Espíritu Santo morando en ellos (Juan 14:16-17). Lo que no es aceptable es que la misma condición de fácil o permanente enojo exista en los creyentes, gente que ha sido lavada por la sangre de Jesús, el Cordero de Dios (1 Pedro 1:18-21). Pareciera imposible que tantos pero tantos cristianos (católicos, protestantes y ortodoxos) digan amar a Dios, se congreguen, canten alabanzas, prediquen, y hagan un montón de cosas con enojo en su corazón, pero es una realidad latente en la Iglesia. Incluso siervos de Dios, que viven enojados. Unos se enojan con mucha facilidad y otros ya han tomado el enojo como un estilo de vida. Hay quienes se enojan cuando un pecador o alguien que había caído de la gracia de Dios es perdonado y restaurado por Dios (Lucas 15:25-28). Otros se enojan porque Dios empieza a usar a sus hermanos como instrumentos (1 Samuel 18:6-9), otros también se enojan porque consideran que sus hermanos no son tan espirituales ni tan firmes en la fe “como ellos lo son”, lo cual está en contra de la Palabra de Dios, porque son religiosos, fanáticos y legalistas. El Señor nos manda:
“soportándonos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.” (Colosenses 3:13). Pero la mayoría de creyentes de estos últimos tiempos quieren tomar sólo las partes de la Biblia que les convienen o les agradan, y siguen congregándose sin saludarse ni hablarse con sus hermanos, haciendo cosas por contienda y vanagloria para supuestamente servir a Dios (Filipenses 2:3), creyéndose superiores a sus hermanos (Romanos 12:3), viven muy enojados porque piensan que solamente sus hermanos son imperfectos, pecadores e hijos del diablo, y con paja en su ojo, no atreviéndose ellos mismos a ver las vigas que están en sus propios ojos (Mateo 7:3).
Nos preguntamos: ¿Acaso la gente que vive enojada en contra de sus hermanos piensa que se irá con Cristo en el Arrebatamiento de la Iglesia? ¿O acaso piensan que habrá un cielo exclusivo para ellos que se creen perfectos y un cielo diferente para los otros hermanos que no son tan “perfectos” como ellos? Por supuesto que no, ya que aquella persona que no le pide a Cristo que le ayude a deshacerse de ese enojo impulsivo y carnal ni siquiera volará hacia Cristo en el Arrebatamiento. Así que, entrégale hoy tu mal carácter y enojo a Cristo Jesús, y descansa en Él (Mateo 11:28-29). La gente enojada casi siempre es maldiciente porque el sol se ha puesto sobre su enojo (su enojo se anidó en ellos) y le dieron lugar al diablo (Efesios 4:26-27). Maldiciente es quien profiere maldición o difamación en contra de algo o alguien. El cristiano enojado se vuelve maldiciente, dice malas palabras como cuando estaba en el mundo, se queja de todo, murmura en contra de sus hermanos y hasta los denigra, quedando expuestos ellos mismos a ser condenados en el infierno.
“Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego.” (Mateo 5:22).- Por eso dice la Biblia que los injustos y maldicientes no heredarán el reino de Dios:
“¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios.” (1 Corintios 6:9-10).
La solución para enfrentarte a personas enojadas
La compatía es una palabra acuñada por Al Siebert que vendría a ser el resultado de unir estas dos palabras: compasión y empatía. Al Siebert decidió crear este término para dar respuesta a situaciones en las que como persona requieres de una fortaleza emocional significativa y una inteligencia emocional considerable para escuchar y comprender a las personas que están enojadas o molestas contigo. Por tanto, la compatía tiene como finalidad poder resolver aquellos conflictos que te suceden con personas que están enfadadas contigo por alguna razón. Cuando tengas ante ti a una persona muy enojada por algún motivo, evita iniciar la conversación con las expresiones:
Tranquilo
Cálmate
Ponte tranquilo
No te pongas nervioso
Relájate
En mi opinión no soy partidario de iniciar un tipo de conversación con estas expresiones por una razón muy sencilla: cuando dices estas expresiones nunca estás creando opciones. Ahora quiero que te pongas en el lado de la persona enfadada y quiero que te hagas la siguiente pregunta: ¿Cuántas veces estando enojado te has calmado oyendo decir al otro que te pongas tranquilo? A mí no me ha pasado nunca. Si le decimos a alguien que se calme, lo que pasa es que en muchas ocasiones se pone más nervioso. Y se pone más nervioso porque la respuesta que le damos no es empática, porque carece de compasión, porque es incapaz de generar opciones y mucho menos soluciones. Es más, en algunas ocasiones puede empeorar el estado de ánimo de la persona enojada.
Es por ello que, en lugar de pedirle a la persona enojada que se calme, lo que debes hacer es practicar la compasión y la empatía a la vez mediante lo que Al Siebert denomina la compatía. ¿Cómo? Déjame que te dé algunas pautas de cómo debes hacerlo.
  • Empieza preguntando a la persona enojada qué les molesta.
  • Escucha atentamente lo que te dice la persona enojada.
  • Clarifica la respuesta de la persona enojada con una o dos preguntas.
  • Repite lo más fielmente posible lo que te diga la persona ofendida.
  • Concede mucho valor al sentimiento que tiene contigo la persona enojada.
  • Agradece a la persona enojada que haya tenido la valentía de decirte lo que te tenía que decirte a ti en lugar de hacerlo con otros y a tu espalda.
  • Añade alguna observación que dé riqueza a los argumentos de la persona enojada.
  • Pregunta a la persona enojada qué es lo que quiere.
  • Tranforma el objetivo, es decir, transforma lo que quiere o lo que pide la persona enojada contigo en posibles soluciones. 

Lo cierto es que nunca podrás evitar que las personas se enojen contigo sin entrar a valorar si tienen o no tienen razón. Si ves el enojo de una persona como un ataque en lugar de una oportunidad, difícilmente serás capaz de escuchar a la persona enojada y, sin escucharla, difícilmente sabrás por qué está enojada. Por tanto, en lugar de defenderte de dicha persona, escúchala atentamente y genera opciones que permitan la resolución del conflicto.
Es común cuando te enfrentas a un conflicto intentar ser simpático. Pero la simpatía no te ayudará a generar opciones ni a solucionar dichos conflictos, porque siendo simpático cierras la puerta a soluciones conjuntas, cierras la puerta al diálogo y a la discusión que busca opciones.
En lugar de ser simpático, debes tratar de ser empático y fomentar la compatía hacia el otro, es decir, comprender cómo el otro ve la realidad que le rodea.
Concluyo; Siendo nosotros seres humanos, en algún momento experimentaremos el enojo, no constituyendo un pecado en nuestras vidas si éste es pasajero (Efesios 4:26-27). El pecado inicia cuando el enojo no es un sentimiento pasajero, el cual termina al reconciliarnos con nuestros hermanos (Mateo 5:23-24), sino que se anida en nosotros provocando que nos irritemos fácilmente por todo, y que digamos y cometamos locuras que no corresponde a personas cristianas (Proverbios 14:17).
Si estás esperando a Cristo, debes saber que Dios está en contra de la gente que se enoja fácilmente o que sólo vive enojada, la Biblia llama a éstos “iracundos” (Proverbios 15:18, 21:19, 22:24, 29:22, Tito 1:7). El que se enoja con facilidad o vive enojado todo el tiempo se convierte en injusto delante de Dios, porque éste, en su enojo, dirá y cometerá cosas injustas (Santiago 1:19-20) que lastimarán a sus semejantes y aun cosas que provocarán la ira de Dios en contra de él (Números 12:1-16).
Pídele a Jesús en ayuno y oración que cambie tu carácter. No seas como Jonás, no te enojes contra tus hermanos permanentemente. Ora por ellos y sopórtalos con amor como Cristo te soporta a ti (Efesios 4:32). Cristo Jesús hace nuevas todas las cosas (Apocalipsis 21:5), aun tu corazón lo puede hacer nuevo, y Él te ayudará si se lo pides, para que cuando Él venga por su Iglesia, no te quedes por estar enojado; sino que todo tu ser sea irreprensible para volar hacia Cristo en el Arrebatamiento de la Iglesia ¡Amén!

“Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.” (1 Tesalonicenses 5:23)

Fuentes: 
Santiago Moll blog  Justifica tu respuesta.
www.rinconpsicologia.com

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