Llamado a pensar y actuar con integridad y santidad
Por: Carlos A Venegas M. ps
Referirme al significado consejero es dar orientación, guiar, ayudar a tener o clarificar los propósitos. El vocablo hebreo es ya’as, que se usa por primera vez en la biblia 1Re 1:12. De las muchas palabras hebreas y arameas usadas en las Escrituras para expresar la idea de “concejo”, las que más aparecen son el sustantivo hebreo `e·tsáh y el verbo relacionado ya·`áts. Aunque `e·tsáh normalmente se traduce “consejo”, también se ha traducido “proyecto”. (Isa 8:10.). De modo que el término “consejo” también puede significar “voluntad”, “propósito”, “determinación”, “designio”, como cuando Dios Jehová declara: “Mi propio consejo subsistirá”. (Isa 46:10.) Son los “consejos de los corazones”, es decir, los planes, designios, propósitos o determinaciones más interiores de la persona, los que se sacarán a la luz cuando el Señor Jesucristo venga para juzgar. (1Co 4:5.) La frase de Efesios 1:11 “conforme a la manera como su voluntad aconseja” (literalmente, “conforme al consejo de la voluntad de él”) puede entenderse “conforme al propósito, o determinación, que es una expresión de la voluntad de Dios”. A los hombres conocidos por su sabiduría se les estimaba mucho como consejeros reales. (Véase 2Sa 16:23.) Ningún ser humano es depositario de todo el conocimiento. Por lo tanto, la persona que escucha el buen consejo es sabia (Pr 12:15), mientras que el rechazar el buen consejo procedente de consejeros con experiencia, como hizo el rey Rehoboam, es una locura. (1Re 12:8.). Podríamos decir que ser consejero es transmitir lo que he recibido de enseñanza, ¿de quién?, de Dios Jehová para manifestarlo por medio del ejemplo o advertencia, que conduzca a guiar la conducta de una persona que consulta o requiere opinión con el fin de llevar a cabo una acción.
Es preciso dejar muy claro que para ejercer nuestra profesión como psicólogo debemos actuar con rectitud para llegar al grado más alto como consejeros; "psicólogos orientadores saben escuchar para lograr una buena comunicación. El éxito de nuestra gestión se logra en un 60% por ciento en la comunicación y el 40% en nuestro conocimiento. El consejero bíblico; que en el contexto secular se llaman "psicólogos orientadores", reitero que deben ser personas preparadas e idóneas para aconsejar, ayudar y orientar al paciente o persona que lo solicite, con la presencia de nuestro Señor Jesucristo en nuestro corazón y con el poder del Espíritu Santo, y así poder cumplir con integridad la profesión que ejercemos. Fundamentado en que Dios Jehová es el poseedor de la sabiduría en sentido absoluto. Es el único que no necesita a nadie que le aconseje. (Isa 40:13; Ro 11:34.) Su Hijo puede proveer dirección como “Maravilloso Consejero” porque recibió y siguió el consejo de su Padre y tiene Su espíritu. (Isa 9:6; 11:2; Jn 5:19, 30.) Esto pone de relieve que para que el consejo sea provechoso, debe tomar en cuenta a Dios Jehová. Cualquier consejo que se oponga al Altísimo carece por completo de valor, y ni siquiera puede llamarse consejo. (Pr 19:21; 21:30.).
Para ejercer la consejería nuestra vida debe ser transparente ante los demás con rectitud en nuestro proceder, “norma que para algunos es obsoleta y retrógrado” actuando con Santidad lograremos tener credibilidad e integridad, y con mayor razón los siervos, líderes, discípulos, laicos o cualquier funcionario al servicio de la iglesia o comunidades religiosas. Recordemos que Dios nos ha dado diferentes dones, según lo que Él quiso dar a cada uno, por lo tanto, si Dios nos ha dado el don de servir a otros, sirvamos bien, es el don de animar a otros, con dedicación, Dios nos manda a que lo hagamos con amor, sencillez y responsabilidad, nuestro desempeño debe ser muy cuidadoso e íntegro para que ayudemos a los necesitados, dice el Señor “hágalo con alegría”. Es importante tener en cuenta, que la credibilidad suele estar estrechamente relacionada con la verdad; requisito para ser idóneo como consejero bíblico, “procurando con diligencia su sanidad y restauración espiritual” primeramente. Asumiendo la actitud de honestidad con uno mismo y sobre todo ante Dios y aceptando la necesidad de pasar por filtros de purificación es decir entrar en el proceso de ser transformado por medio de la Palabra de Dios y con el poder del Espíritu Santo, podremos lograr el propósito de ser verdaderos consejeros espirituales llamados ayudar a otros.
EN LA METODOLOGÍA: La mayoría de las formas de la psicología enseñan que la clave para los problemas personales yace en algún momento en nuestro pasado, que al descubrirlo podemos manejar esos sentimientos que nos embarga y frenarlos. En las Escrituras bíblicas como resultado, Dios Jehová puede quitar esos sentimientos que nos embarga, nos abrumen, solo es creer que El lo puede, y dejemos de estar enojados, cargados o ansiosos inmediatamente, sin buscar causas de raíz basadas en el pasado, es creer en el perdón, por medio de nuestro arrepentimiento y la fe en que nuestro pasado ya no existe más en Cristo Jesús.
Todos los consejeros bíblicos creen y promueven causas y conceptos bíblicos. Por lo que sabemos, todos aman al Señor y desean servir a Su pueblo, con el Don que han recibido por el Espíritu Santo. Sin embargo, Dios Jehová nos advierte no juzgar los motivos del individuo sino esperar que el Señor lo ponga en evidencia (1 Cor. 4:3-5), nos llama a discernir lo que está siendo enseñado en Su nombre (Tito 1:9). El propósito de esta nota es advertir en que tengan mucho cuidado en emplear algunos métodos ya que al usarlos se han desviado del objetivo principal de restaurar, porque se han apartado de las enseñanzas de la Escritura. La Biblia está llena de instrucción con respecto a la consejería, asesoramiento, amonestación, advertencia, reprensión, etc. (vea Rom. 15:14; Sal. 1; el libro de Proverbios por ejemplo). Sin embargo, se debe tener cuidado que la consejería no debe dejarse a los profesionales en general de la salud mental sino aquellos que tiene ese Don; que hace parte de la vida del cuerpo de Cristo, hay esta la diferencia entre una profesion y un Don y obviamente los resultados de la misma. No dudamos que algunos tienen grandes dones, experiencia, y conocimiento en esta área que otros, pero no olvidemos que un consejo a tiempo puede darse por cualquier creyente en cualquier momento siempre que conozca la Biblia, guiado por Espíritu Santo.
· Nuestro estándar de pensamiento y conducta es encontrado en las Escrituras.
· Utiliza principios encontrados en la Palabra de Dios junto con el poder del Espíritu Santo para lograr un cambio en el pensamiento y en la conducta.
Cuando el término santidad se aplica a los seres humanos o a objetos, el sentido es diferente. No se trata de una santidad propia, sino derivada precisamente de Dios. La palabra qadosh viene de una raíz que significa “cortar”, “apartar”. Entonces, en el caso de los seres humanos o los objetos, la santidad quiere decir que la persona o la cosa ha sido “separada” para Dios. Esa es la idea de la palabra “santificar”, esto es, separar una cosa para el uso divino. Dios santificó el séptimo día (Exo 28:41). Lo que hace santa a una persona o cosa no es la simple separación del resto de los seres humanos o del mundo, sino su dedicación a la persona y el servicio de Dios. El sentido, entonces, del apartamiento es decisivo.
La Biblia enseña las dos cosas. Por un lado, los creyentes son santos. Y por el otro, deben santificarse ellos. Pablo exhortaba a Timoteo a evitar muchas cosas por su santificación (“Así que, si alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor” [Heb 12:14]). “Consagración” Hay mucha confusión entre santidad y santificación; son dos procesos diferentes espiritualmente. La santidad como hemos dicho quiere decir que la persona o la cosa ha sido “separada” para Dios. Es algo que se consigue mediante la fe en Jesucristo, y es un don que se recibe de Dios por fe a pesar de aquellas debilidades y fallos son santos. Hay veces en que los mismos cristianos declinan del privilegio de llamarse santos, porque algunos creen que eso es falta de humildad, ya que se conocen a sí mismos como pecadores, desconociendo la justificación por medio la obra de Cristo. La santidad no depende de nuestras obras (que esa es otra aplicación de la palabra) depende obra de Nuestro Señor Jesucristo en la cruz, pues como la fe es un don de Dios. Pretender una santidad en base a nuestros méritos, o rechazarla por no ser tenido por digno de que sus obras le eleven a esa santidad es orgullo, de nuestras propias fuerzas no logramos sino frustraciones y una pérdida de la Gracia divina para conseguir algo que se regala.
Primero, la actividad de la Trinidad. El Padre (Juan 15:1-2), El Hijo (Juan 15:4,5); El Espíritu (2 Corintios 3:18). Los sistemas que ignoran a Dios pueden producir un cambio externo, pero no la madurez espiritual.
Cuarto, el tiempo – es un proceso gradual. Muchos anhelan un cambio instantáneo, pero el crecimiento requiere tiempo (Heb, 5:11-14).
Quinto, esfuerzo es requerido por el creyente. Esto equilibra la actividad de Dios en nuestra representación. Que Dios esta activamente involucrado es verdad, pero que el creyente debe estar activamente involucrado es también verdad. Este equilibrio está perfectamente enseñado en Filipenses 2:12,13. Otros pasajes incluyen a: 1 Corintios 9:24-27 –“corro” “peleo” y “pongo”; Efesios 6:10-13 –“fortaleceos”, “vestíos”, “lucha”, “tomad”, “estar firmes”, y 2 Tim. 4:6,7 –“peleado”, “acabado”, “guardado”. (Adaptado de The Doctrine of Spiritual Growth por William W. Goode.).
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