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Módulo II. Corazon evolución de la conciencia
Por: Carlos A Venegas M. Ps.
Al hablar de sufrimiento es también hablar de nuestros miedos
porque el uno conlleva al otro, pero también es hablar de nuestras debilidades
por nuestras equivocaciones o instintos humanos corrompidos. Pero lo más
sorprendente es que hay momentos de sufrimiento no porque lo hemos ocasionado
sino llegan para superación personal (crisis
o pruebas), o lo más increíble para
cumplir un propósito en la esfera espiritual.
El sufrimiento nos
proporciona la virtud de la empatía. Porque solo el que padece compadece,
y ello, es algo que nos hace sin duda mejores personas. Es aprendizaje vital, nos
confiere; una gran sensibilidad a ser misericordioso, fortaleza emocional y saber
esperar, como también desarrollar el dominio propio tener control de nosotros mismos en cada
situación que se nos presente, saber lo que hay que hacer y cómo hacerlo sin
hacer daño o lastimar a los demás, resumiendo es saber amar porque es una virtud,
es la persona que controla sus deseos y pasiones; es la capacidad que
tiene un individuo de controlarse o de equilibrar sus acciones y emociones, ser
dueño de sí mismo (Tit_1:8; Tit_2:2).. Se puede decir que el dominio propio es
el resultado arduo y difícil de un ejercicio de la personalidad por medio del
sufrimiento. En el contexto cristiano se reconoce o relaciona con La templanza
y la sobriedad, por lo tal se dice que es un fruto del Espíritu Santo en
los creyentes (Gal_5:23). La Biblia nos habla como practicarla; 1Co 9:27 sino
que trato con severidad mi cuerpo, y lo reduzco a servidumbre; no sea que,
habiendo predicado a otros, yo mismo quede desaprobado. La práctica del dominio
propio no se da de la noche a la mañana, y se logra con esfuerzo y dedicación,
estando conscientes de que nos afecta a nosotros y a los demás, absteniéndonos
de aquellos que nos gustaba y hasta nos daba placer, pero no nos conviene o NO
es grato ante el Señor. Hay que
abstenerse “de toda especie de mal”
(1Te_5:22). Todo aquel que lucha, ejercita dominio sobre todas las cosas;
ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, (los que estamos en Cristo) incorruptible
1Co 9:25. Lo cierto es que el sufrimiento desarrollar el dominio
propio y el dominio propio controla el “monstruo
interno” que tenemos. Una buena dosis de sufrimiento educa lo
sentimientos y es que toda actividad del ser humano nace o se genera en la mente, y lamentablemente tenemos un
enemigo dentro nosotros, que es innato en nosotros, que se camufla en nuestras
creencias para hacernos decir o hacer cosas que no son correctas o actos de
maldad en algunos casos. El dominio propio se basa en la paciencia, no todo, ni
todas las veces saldrán todo bien pero ya no serás, ni se comportara igual,
hasta entonces obtendrás el dominio de ti. Tener el control sobre nuestra mente
nos permitirá lograr desarrollarnos como mejores seres humanos integralmente. Hago
la observación de que sufrimiento no es lo mismo que dolor aunque una nos puede
llevar a la otra son dos cosas muy diferentes, el
dolor es una percepción
de una sensación molesta y desagradable que limita la habilidad y la capacidad
de las personas para realizar actividades cotidianas. También se considera como
un sentimiento intenso de pena, tristeza o angustia que se padece en el
ánimo. Actúa como una señal inicial de advertencia de que algo no funciona bien.
Hay personas que les gusta padecer dolor, (sadismo es
la obtención de placer al realizar actos de crueldad o dominio.) esta
patología se conoce como trastorno mental y que no tiene nada que ver con el
sufrimiento. Placer y dolor van de la mano en nuestra biología. Para empezar,
porque toda fuente de dolor hace que el sistema nervioso central genere
endorfinas que lo bloquean y actúan en el organismo de una forma similar a como
lo hacen los opiáceos. Por ejemplo, en una sesión de ejercicio intenso, el
hipocampo responde a las señales de dolor del cuerpo ordenando la
producción de su propio narcótico. Las endorfinas que se liberan entonces no
solo ayudan a bloquear el dolor, sino que estimulan las mismas regiones
del cerebro que se activan con la pasión amorosa y la música.
Aunque la
ciencia ha logrado grandes avances en conocer la manera cómo funciona el
cerebro humano, está todavía muy lejos de cómo actúa el alma y sus misterios. El
cuerpo y el espíritu se encuentran vinculados íntimamente gracias al cerebro
humano pero en la Mente…. ¿quién tiene el
control de nuestro ser incluyendo nuestra manera de pensar y de actuar?
Partiendo de esta base y para no extendernos más sobre estos principios; lo
primero que me inquieto fue que hay algo o alguien que nos empuja, nos domina
para cometer actos de impiedad y a sumergirnos en los deseos bajos e inmorales
que con el tiempo es necesario padecer el sufrimiento para cambiar la manera de pensar,
causa y efecto. Y es que al verlo desde la perspectiva de la psicología hay muchas discrepancias desde lo humanista a lo espiritual; podemos definir el Sufrir como una sensación motivada por cualquier condición que
someta a un sistema nervioso al desgaste. Otra de las razones del
sufrir proveniente de la psicológica moderna “que por cierto no tiene peso” la cual dice que el sufrimiento es
la tendencia de la mente, sea por naturaleza o condicionamiento, a
identificarse con aspectos negativos: Esta es la conocida costumbre de ver
"el vaso medio vacío", y no "el vaso medio lleno" en cada
situación. Según Albert Ellis, creador de la Terapia Racional Emotiva Comportamental, existe una tendencia
humana al sabotaje, al dolor, a la crisis, a lo que denominó: la conducta
neurótica y no el acto de sufrir. La conducta neurótica incluye formas de
comportamiento autosaboteadoras que nos alejan, bloquean o impiden la vigencia
de nuestros valores o el logro de nuestros objetivos, concepto que difiere con
el sufrimiento que estimula a reafirmar valores y lograr obtener nuestros
objetivos y metas.
Para Renny Yagosesky, Orientador
de la Conducta y Escritor, el sufrimiento desde su punto de vista y en el
contexto actual del comportamiento humano, tiene su base en la persistencia de
la idea materialista egoísta, y en la incapacidad de
las personas para contrarrestar el bombardeo de estímulos nocivos o triviales
del medio circundante, de cierta manera es cierto la incapacidad de controlar
nuestros pensamientos. La idea de que lo material nos dará bienestar duradero y
nos protegerá contra los cambios internos y externos es una falacia, aunque paradójicamente
sobrevalorada, pese a que lo material es transitorio y en contra de nuestros
apegos, los objetos del mundo se van, se degradan, se vencen, se dañan o mueren.
El
sufrimiento puede ser por causas físicas o emocionales (psicológicas) y
siempre es consciente, no se puede hablar de sufrimiento inconsciente según el
psicoanálisis como tampoco se puede hablar de sentimiento o sensaciones
inconscientes. En este caso me inclinare más hacia lo emocional (psicológicas)
sin dejar a un lado causas físicas que nos lleva al dolor. Usualmente el
sufrimiento se asocia con el dolor y la infelicidad, pero no tienen por
qué estar vinculados dado que cualquier condición puede ser sufrimiento y
causar dolor si se es consciente del desgaste que se está teniendo. El sufrimiento cuando causa dolor obliga al
individuo a adaptarse de alguna manera. También hay que tener en cuenta que
razonar causa sufrimiento y puede llegar a causar dolor si la situación ha
obligado a la mente a someter al cerebro a cambios que provoquen que las
neuronas cambien sus esquemas sinápticos o establecer nuevas conexiones, por lo
que hay un cambio biológico que permitirá al individuo resolver la situación y
poner medios que le permitan adaptarse, para manejar el sufrir. En fin no
acabaría de transcribir tantas hipótesis y teorías sobre el tema por ahora
dejémoslo así; todo estos conceptos lo que hacen es llevarnos a ver borroso el propósito del
sufrimiento, miremos desde otra visión.
El ser humano ha buscado las causas del sufrimiento desde la antigüedad y que
lamentablemente se han dado mala interpretación a ligarlo a lo místico o
religioso desconociendo el libre albedrío o dentro lo genético. Por ejemplo
en el budismo, la razón del sufrimiento
es una mera cuestión mental, según palabras del propio Buda, escritas en el
texto budista Dhammapada, dice: "El dolor es inevitable, el sufrimiento es
opcional" (cosa que no es cierta y
que más adelante la explicare), de igual forma, "Todos los estados
encuentran su origen en la mente. La mente es su fundamento y son creaciones de
la mente. Si uno habla o actúa con un pensamiento impuro, entonces el sufrimiento le sigue de la misma manera
que la rueda sigue la pezuña del buey." En realidad, el sufrimiento
para el Buddha es la inadaptación de la mente a la realidad. Observamos que
hay una mala interpretación al desconocer primeramente que el dolor y
sufrimiento son dos cosas muy diferentes y al decir que es impermanentes,
insustanciales se ignora la naturaleza humana contaminada con el pecado el viejo
hombre (Col. 3:7-10). Para el budismo la experiencia del dolor es la clave
de su propuesta religiosa. Si bien es cierto que no existe un budismo sino
muy diferentes budismos, también es cierto que sí existe una
referencia común que identifica a las diferentes corrientes entre sí. Y,
en el centro de esa referencia común se encuentra el discurso del
Buda en el parque de los ciervos, las llamadas ‘cuatro verdades’ ciertamente
presenta un panorama, puede que lúcido, pero terrible. Por ello, la gran
propuesta del budismo es superar el
sufrimiento desde la raíz. Se puede preguntar por el lugar de Dios en
todo ello, pero la única respuesta que encontraremos será la sonrisa
suave del Buda. El budismo no entiende que sea necesario creer en un
Dios creador y salvador para alcanzar el Nirvana, lo que no
significa que niegue su existencia. Simplemente cree que discutir
sobre si existe o no, sobre sus cualidades, sobre su nombre, no ayuda
necesariamente a la salvación y a la liberación del sufrimiento. Y, como
el Buda asume la cosmovisión hinduista, esta situación no sólo concierne
en esta vida, sino que mantiene atrapados en infinitas existencias,
en el samsara. Nuestra insatisfacción actual, nuestra infelicidad es
eterna para esta creencia. Y nosotros tenemos la culpa. Y se podría
afirmar, también, que el Budismo, ante el sufrimiento, sólo aporta una
solución individual… La realidad existencial del dolor y el sufrimiento
son el gran reto lanzado a la experiencia religiosa: propone ¿salvación? pero
el dolor y el sufrimiento siguen existiendo. Por ello, todas las religiones, de
formas muy diferentes, responden a la pregunta por el sufrimiento y
proponen formas para integrarlo existencialmente. Para
Hinduismo la existencia misma es, pues, necesariamente dolorosa. Vivir
implica dolor y muerte (infinitas
veces); permanecer en el ciclo del samsara es una condición dolorosa
en sí, más allá del sueño, mejor o peor, en el que actualmente vivas.
Según la creencia la salvación no puede ser sino escapar de esta eternidad
de sufrimiento, fundir aquello que permanece en todas las
reencarnaciones, el centro de mi ser (atman), con el
Absoluto (Brahman), de manera que ya no exista condicionamiento,
existencias, y, por tanto, sufrimiento, por supuesto que es un concepto
que es irreal y de falta esperanza. En el concepto monoteísta se hace énfasis
en el sufrimiento. Las tres vertientes se reconocen en la misma tradición
y las tres se declaran, aunque de formas diversas, monoteístas y
creyentes en un Dios personal. Esta característica les hace especialmente
sensibles al tema del sufrimiento. Por ejemplo en el Islam su confesión de
fe (sahada), confiesa que ‘sólo Dios es dios’. Nada está a la altura
de Dios. Ninguna otra realidad puede siquiera ser reflejo real de Él. Así,
el verdadero creyente es un ‘musulmán’, el que se ‘somete’ a la voluntad
suprema de Dios. Por ello, toda teología islámica aborda el concepto
del qadar, el ‘decreto eterno de Dios’ todo acontecimiento histórico y
personal tiene, así, su raíz primera en Dios, incluido el sufrimiento. Nada
sucede si no es su voluntad y, por tanto, es deber religioso acatar esta
voluntad aunque incluya el sufrimiento. Lo triste es que se olvidan que existe un enemigo que controla este
mundo sometiéndolo. El Corán afirma esa libertad y anima a evitar el
mal y a hacer el bien. Lo que recuerda qadar, referido al sufrimiento, es
que la única fuente de consuelo es Dios. Él es la única referencia y
la única respuesta, aunque no sea racional ni lógica para nuestras mentes,
y que el ‘musulmán’ tiene asegurada su salvación sin ningún intermediario que
tanto los bienes como los males encuentran en Él, en su Misterio
infinito, su relatividad... y su verdadero consuelo. Sólo Dios es dios.
Lamentablemente se basan en lo místico o religioso, desconocen la maldad innata
en el ser humano. En el Judaísmo más antiguo propone que el dolor, la
enfermedad o la desgracia son castigos divinos causados por
las transgresiones cometidas por el sufriente o por algún
familiar. El sentido del sufrimiento es, pues, recordar al sufriente
su condición pecadora y reincorporarle a la conducta adecuada “El
sufrimiento como expiación de una trasgresión”. La experiencia del
sufrimiento como purificación del pecado es darle un valor al sacrificio
obviamente se ve cuestionada por una realidad evidente: el sufrimiento del
justo. El libro de Job es el gran ejemplo de ello: un justo sufre,
sin pecado alguno. Por ello, la tradición judía, propone otro posible
sentido al sufrir injustamente. El sufrimiento, sea causado por
Dios o por el demonio o por el mismo ser humano, acrisola a la
persona, le permite probar su fidelidad y concentrarse en lo central, la
experiencia con Dios como una fuente de salvación. De esta manera el
sufrimiento tiene sentido y valor, de manera que, como a Job, al final, salen
las cuentas en el balance de Dios.
El Cristianismo es diferente en este punto,
el sacrificio de Cristo es un
sacrificio único no hay (ni habrá jamás) un sacrificio que cumpla en su
totalidad y con la misma tonalidad con los requisitos sacrificiales como el
sacrificio único y perfecto de Cristo. Y es único en el sentido de que la gran
necesidad del sacrificio de Cristo se entiende entonces cuando sabemos que ése
era el objetivo de Dios para su creación. El vino dispuesto a padecer la agonía
de la muerte para que nosotros no tengamos que padecer la agonía de la
condenación eterna. El resucito para que nosotros también resucitáramos y
vivamos eternamente. Pero, más allá de las lecturas teológicas,
para muchos cristianos la figura de la cruz les enseña que el sufrimiento no sólo puede vivirse
como prueba de fe en los planes divinos, sino que puede también
convertirse en ofrenda por el bien de otros. Así, el sentido
desolador del sufrimiento cobra una dimensión nueva y pasa del mundo
estrictamente personal al del cuidado por el otro. En conclusión el sufrimiento se hiende en lo más
profundo de nuestra piel sin ser visto, es como un sedante hipnótico que
controla el “monstruo
interno” que tenemos en el que se puede despertar con facilidad en la
persona, pero que tarde o temprano logramos vencer el motivo de nuestro
sufrimiento. Porque del sufrimiento surgen las almas más fuertes, con pieles
más ásperas y curtidas ya por infinitas cicatrices invisibles. Es
posible que a estas alturas de la vida la piel de tu alma tenga ya todo un mapa
de cicatrices y heridas remendadas. Gracias a ello, has aprendido también
que dolor y sufrimiento son dos cosas muy diferentes. El dolor es parte de la
propia existencia y aparece cuando perdemos aquello que amamos. Por su parte,
el sufrimiento viene por no aceptar lo que pasa, por resistirnos y desear que
las cosas fueran de otro modo.
El miedo a sufrir es mucho nocivo que el propio
sufrimiento, porque nos impide vivir, nos bloque la mente. Nos pone muros y
barreras a nuestro derecho a amar y a ser amados, a equivocarnos y a aprender
de los errores. Son sin duda detalles importantes que recordar. El miedo
a sufrir llega como un invitado inesperado en una fría noche de invierno. No lo
queremos ahí y decidimos huir de él, o lo más cruel esconderlo en nuestra falsa apariencia, enfundándonos en nuestra armadura oxidada…….
y fingimos normalidad, dibujando apacibles sonrisas mientras el
inquilino incómodo sigue ahí, arañando con sus frías manos nuestro maltrecho
corazón. Resulta curioso, pero tal y como nos explica el biólogo
molecular Estanislao Bachrach, a nuestro cerebro no le interesa que seas
feliz. En absoluto, porque de hecho, lo único que quiere es que sobrevivas, de
ahí, que entender las raíces de tu sufrimiento será sin duda un acto de
responsabilidad personal si lo ignoras o lo tratas de evitarlo, es cuestión de supervivencia.
En psicología se diferencia claramente entre sufrimientos reales e imaginarios,
concepto que no está comprobado. Ambas dimensiones las ven como una carga
emocional negativa que interfiere directamente en la calidad de vida, en el
equilibrio emocional, desconociendo que nos proporciona la virtud de
la empatía y el amor por los demás. Entonces podríamos interpretar que el
sufrimiento tiene dos caras o facetas como una moneda, por causa de la maldad o
para ser vencedores. A continuación
explicare el sufrimiento para que nos sirve.
NUESTRO MONSTRUO NOS DOMINA….
Ratifico que el sufrimiento es como un sedante hipnótico
que controla el “monstruo
interno” que tenemos, este personaje espiritual que deteriora el alma y
controla la mente lo llaman de diferentes formas; la carne o la vieja naturaleza que genera el pecado o
la maldad dependiendo en el contexto a que se refieran. Este nos domina produciendo en nosotros malos
deseos o pasiones bajas (obras de la
carne); por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás humanos vendidos
a la esclavitud del pecado. Se fortalece por medio de la satisfacción de los deseos de la carne y
de la mente del ser humano, lo cierto es
que este monstruo que tenemos genera maldad, pero hay una parte
"incomprensible" en esta maldad que es de difícil explicación dentro
del marco científico lo cierto es que es un espíritu, que
se manifiesta en el inconsciente
donde almacena maldad, (más adelante hablo de este). El mal nos empuja
a ser violentos y perversos de eso no hay duda. En el contexto teológico la
palabra “maldad” se tradujo del hebreo “avlá” que significa
perversidad. No es fácil para una el psicólogo o psiquiatra, detectar el
monstruo interno que tengamos, el
psicólogo clínico Mark Dangerfiel del Hospital de Día de Adolescentes
de Badalona (Barcelona) de la Fundación, Marc Dangerfield, explicó que hay
un tipo de personas que saben que están haciendo el mal y que sienten placer
por ello, a los que se les puede definir como
"perversos". También existe otra tipología que es la de aquellos
que actúan con maldad como "vía de descarga o venganza". Se
trata de personas muy dañadas mentalmente, que han vivido situaciones
catastróficas, que no pueden pensar correctamente y evacuan su malestar a
través de la violencia, aunque no son conscientes de que hacen daño. Por
esos Dios nos dice que fuimos vendidos a la esclavitud del pecado. “Porque lo que hago, no lo entiendo. Porque
no practico lo que quiero hacer, sino que lo que aborrezco, eso hago. Y si
lo que no quiero hacer, eso hago, estoy de acuerdo con la Ley, reconociendo que
es buena. Así que ya no soy yo el que lo hace, sino el pecado que habita
en mí. Porque yo sé que en mí, es decir, en mi carne “monstruo
interno” no habita nada bueno.
Porque el querer está presente en mí (mente), pero el hacer el bien, no. Pues
no hago el bien que deseo, sino el mal que no quiero, eso práctico. Y si
lo que no quiero hacer, eso hago, ya no soy yo el que lo hace, sino el pecado
que habita en mí. Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo la ley de que el
mal está presente en mi” El monstruo
interior es un enemigo INTERIOR no EXTERIOR. Una de las consecuencias de la
caída del hombre en pecado es que este se volvió carnalmente malo, engendro un
ser espiritual muy poderosos un ser pecaminoso – Génesis
5:1,3 y 6:3) el monstruo interior que habita en cada uno de nosotros,
en la Biblia se le llama carne al monstruo
interior en un estado pecaminoso, la naturaleza humana contaminada con el
pecado. Es el conjunto de todos instintos humanos corrompidos. Una inclinación
heredada para lo malo, lo sucio y lo prohibido que domina el alma (mente,
emociones y voluntad). “Si ya te
conoces a ti mismo, sabes que muchas veces te auto-justificas y buscas la
auto-gratificación egoísta. Si eres hijo de Dios por medio de Jesucristo debes
vivir para agradar a tu Padre y Señor y no a ti mismo.
Culturalmente se está imponiendo esta creencia aunque
en el ámbito científico se ve como una especulación, no es tangible y aun no se
ha demostrado científicamente, pero de un tiempo para acá se viene
hablando desde el área mística y en la
literatura ciencia ficción o ficción científica ha tomado auge , el monstruo interior que habita en cada uno
de nosotros, obviamente se toma como algo especulativo, imaginario, pero que lo
fundamentan en los campos de las ciencias
físicas, naturales y sociales y por su puesto en lo espiritual, creando
impacto en las nuevas generaciones, lo
cierto es que hay aportes de la ciencia ficción a la ciencia. Esta ha tomado en
ocasiones elementos de la literatura de ciencia ficción para convertirlos en
conceptos reales o hipótesis de trabajo de cara al futuro científico o tecnológico.
Por ejemplo, Julio Verne en De la Tierra a la Luna (1865)
describió cómo tres hombres son lanzados desde Florida hacia la Luna.
De ese mismo punto partieron los astronautas del Apolo 11 cien años
después. En The world set free (El mundo liberado, 1914), H.G.
Wells predijo la energía nuclear y la utilización de la bomba atómica en
una futura guerra con Alemania. Y en la novela Ralph 124C
41+ (1911), Hugo Gernsback describió detalladamente
el radar antes de haber sido inventado. La ciencia ficción también ha
especulado sobre la antimateria, los agujeros de gusano o
la nanotecnología antes que la propia ciencia. Algunos conceptos han
tenido una notable influencia, a pesar de no ser en la actualidad más que meras
invenciones de la imaginación. Por ejemplo, la psicohistoria de
Asimov ha influido levemente en la forma de ver la sociología desde
un punto de vista matemático. Finalmente, y de modo sorprendente, algunas
invenciones de la ciencia ficción han inspirado alguna de las líneas de
investigación actual, como la comunicación instantánea
(ansible, taquiones). Hay un adagio muy popular “cuando el rio suena,
piedras lleva” veamos esta nota en la literatura ciencia ficción. En el pasado agosto 2017, Comics Monstress, el monstruo dentro de todos
nosotros, se alzó con el premio
Hugo a la mejor historia gráfica. La obra, que ya había tenido un
buen puñado de nominaciones a los Eisner en 2016 y 2017, llevaba tiempo
recibiendo elogios de todo tipo, tanto por sus planteamientos como por su
realización. Pero Monstress no es solo un espejo invertido del
patriarcado. Se trata de una sociedad matriarcal en la que los hombres son
secundarios y, de hecho, apenas aparecen en la narración pero es sobre
todo una reflexión sobre el monstruo interior que habita en cada uno de
nosotros, el ser tenebroso que acecha dentro de todos nosotros. Como es
el caso de las brujas del Cumaea, aunque no se manifiesten ningún demonio
habitando sus cuerpos, son crueles y malvadas y estás dispuestas a cualquier
cosa para conseguir más poder.
La obra de Image Comics Monstress, con
astucia y mucha creatividad están imponiendo una forma de ver la vida para este
siglo XXI; la guionista Marjorie Liu y la ilustradora Sana
Takeda comenzaron a colaborar a partir de 2015 en elaborar esta serie Monstress
y que se está convirtiendo, para muchos,
en uno de los cómics de ficción fantástica más atractivos del último año. Sin
ir más lejos el primer volumen, El Despertar, que recopila los seis
primeros tebeos (niños) de la saga (en la actualidad en Estados Unidos se acaba
de publicar el número 13), ganó el Premio Hugo a la Mejor Historia Gráfica
en 2017. Monstress sienta las bases de un mundo gigantesco
que Marjorie Liu construye con una meticulosidad pasmosa un universo
pseudo asiático, steampunk y matriarcal, la adolescente Maika
Mediolobo lucha por comprender el origen del ente sobrenatural que
lleva dentro. En un intento de comprender la conexión que posee con la
monstruosa entidad que amenaza con poseerla, Maika trata de
infiltrarse entre las cumaea, con las que su madre se relacionaba cuando ella
era una niña. Pero las cosas se complican y con la ¿ayuda? del monstruoso ser
que va despertando de su letargo, el trabajo artístico de Sana
Takeda, que es de una categoría excelsa. Sin miedo a recargar sus páginas
y sus viñetas (y las recarga muchísimo), Takeda mezcla la estética
china con el Art Decó, el steampunk y detalles extraídos del Antiguo Egipto, su
misticismo. Por si esta combinación no fuera lo suficientemente
explosiva, Monstress está lleno de mujeres con marcadas
personalidades que sería un deleite para campo de la psicología, diversas
étnica y estéticamente; gatos que hablan, ángeles, dioses gigantescos que se
ocultan entre las nubes y pequeñas y adorables criaturillas peludas que se
abrazan constantemente su mimosa cola de zorro. Y, aun así, la violencia que
contienen sus páginas es constante y explícita. Ello y la agilidad de la acción
recuerdan frecuentemente al manga, y colocan a Monstress como un
inteligente intento de conectar el ritmo narrativo del cómic americano con, al
menos, parte de la estética de la historieta gráfica japonesa. Otra obra que
está atrayendo las masas es el cómic The Power, (empoderamiento y distopía
femeninos) la novela de Naomi Alderman pone de manifiesto la enfermiza mente de
nuestra sociedad, donde dibuja un fin sin esperanza; hay un personaje en el que
no se trata de una metáfora, sino que realmente hay algo que vive dentro de cada persona, pero su lucha por
controlarlo y resistirse contrasta con todos los personajes que han dejado que
su maldad interior prevalezca. El mensaje, en estas dos historias es claro, es
que no somos buenos (justos) porque no tengamos maldad, sino porque nos esforzamos
por mantenerla a raya el monstruo
interior que cada uno tenemos. Lo peligroso es que se está mentalizando en
esta generación la actitud del desamor “amadores de sí mismo” por medio de
estas historias como también aceptar que nos domine este individuo. Por ejemplo
la novela The Power la recomiendan leerse en todos los colegios, allá por
la adolescencia se visualiza su futuro, veo tatuajes de ojos y manos y rayos en
los cuerpos de las adolescentes, incitando a imitarlos y sentirse seguros de
pertenecer a una sociedad, ¿será una ideología nueva? No cabe duda que usan la
misma estrategia de instrucción de “Harry Potter” basada sobre la amistad con
entes espirituales, sobre el valor de las cosas superfluas, presunción de la
mente sobre auto superarse constantemente
y superar los obstáculos que nos impone la vida, por medio de esa fuerza
interior o más bien el monstruo interior que habita en cada uno de nosotros. Pero
donde habita ese monstruo donde tiene
cabida….
La ciencia ha logrado grandes avances en conocer la
manera cómo funciona el cerebro humano, llegando a conclusiones interesantes
como la división de nuestra mente en tres partes, parece ser la teoría más aceptada por
estos días, por su forma de aplicarse en la vida real. El Consciente,
Inconsciente y Subconsciente; son áreas espirituales que habitan en nuestra
mente espiritual, esta induce
comportamientos emocionales sujetos a la línea de menor sufrimiento o a la
de libido (amígdala cerebral). Por lo tanto, la naturaleza del
cerebro y la prioridad de la mente, será encontrar una solución que aporte el
mayor beneficio con el menor sufrimiento.
Cada una de ellas tiene igual importancia en nuestro comportamiento y actitud
día a día. El hecho de que se tomen en consideración las tres mentes o más bien
estados espirituales; explica los deseos y comportamientos humanos en su máxima
expresión. Por ejemplo el
espíritu (mente) consciente,
como la mente lógica o racional, la que usamos para saber cómo hacer lo que
vamos a hacer. Es con la que le prestamos atención a los detalles y con la que
llevamos a cabo nuestras acciones. Pero lo más curioso es que mientras más se
desarrolla una habilidad conscientemente, más se vuelve
esta subconsciente y hasta inconsciente. Los caminos neuronales
que componen la mente consciente, por lo regular son fuertes y vienen
programados…no sólo desde nuestros antepasados a través de la genética, sino
también desde nuestra infancia, a través de nuestros aprendizajes.
El
espíritu (mente) subconsciente por su parte, es la
mente emocional, es aquella que se deja llevar por los gustos, los deseos y el
corazón, creamos fuertes enlaces neuronales hacia ciertas cosas o personas.
Cuando nos habituamos a estar con alguna persona nuestro subconsciente va
fortaleciendo sus conexiones neuronales hacia ella. Es la encargada de
obligarnos a llevar a cabo acciones que en ocasiones consideramos irracionales.
Es la encargada en sí, de nuestros sentimientos, pues es la mente que nunca
olvida. El Subconsciente tiene acceso a tus recuerdos, si quisieras
conscientemente recordar todo lo que has hecho
en tu vida, sería imposible, podemos recordar cosas tan abstractas como
sentimientos. Normalmente para lograr persuadirnos lo hacen con nuestra parte subconsciente para
crear la necesidad o el deseo en nosotros. Existen ciertas técnicas que
permiten incluso modificar nuestra manera subconsciente de pensar. Esto
último resulta bastante útil cuando queremos alinear nuestros pensamientos,
sentimientos y acciones.
Finalmente el
espíritu (mente) inconsciente, es la más primitiva
de todas, es aquella que almacena todas aquellas experiencias vividas por
nuestra especie en sus millones de años de existencia. Debido a que sus
funciones vienen determinadas por una genética increíblemente fuerte de muchos,
pero muchos años de aprendizaje y error. Es una mente reactiva y cuyos patrones
de acción están determinados por situaciones y vivencias milenarias. Este
inconsciente es dinámico e influye constantemente el comportamiento y la
experiencia, el no razona, y está a las órdenes de su consciente. Su
comportamiento respondería a razones, de deseos no formulados de manera
inteligible, sin que se tenga conciencia de estas elecciones. Así pues, los
sentimientos que guían sus comportamientos obedecen a las motivaciones "
obscures" de su inconsciente. Es la encargada de gestionar cuestiones
fisiológicas tales como la respiración, el ejemplo más claro de todos.
Fácilmente puedes controlar de manera consciente tu respiración
y aumentar, disminuir o detener su ritmo en cualquier momento. Pero cuando no
lo haces, y estás ocupado en muchas otras cosas, tu
mente inconsciente toma el control y te permite seguir viviendo. El inconsciente,
es la que por ejemplo te hace cerrar los ojos cuando detecta algún peligro
potencial acercándose a tu rostro. O la que mueve tus brazos para protegerte la
cara cuando alguien intenta golpearte. Es también la encargada de hacernos
sentir placer y dolor. A pesar de que también es posible dominar esta mente, es
la más compleja de todas. Ya que marca el patrón conductual de todo ser
humano es intangible como su mente y
define la psiquis basándose en el desgaste emocional, que guarda relación
con el desgaste energético. Aquí es donde se manifiesta, programa o activa el
archivo del conocimiento de la maldad ese monstruo interior que habita en cada uno de
nosotros.
En realidad, hay otra esfera donde debemos apuntar con especial
cuidado y es la espiritual, aunque no lo crean. Hoy nuestra mayor lucha es
contra nosotros mismos, contra nuestra naturaleza adánica, la cual arrastramos
día a día, y a la cual debemos negarnos constantemente. Es preciso que nos
despojemos de nosotros mismos, renunciando así a la impiedad y a los deseos
mundanos “de nuestra carne” (Tito 2:12). Solo así obtendremos más y más de
Cristo. Solo menospreciando nuestras vidas, seremos vencedores (Ap. 12:11). En
verdad, nuestro principal enemigo somos nosotros mismos. Muchas veces nos
dejamos engañar por nuestra supuesta “bondad”. ¡Cuidado! Cuando nosotros sabemos cómo y dónde se mueve este enemigo, cuando
sabemos contra quien nos enfrentamos, entonces podemos conocer la manera de
vencerlo, entonces podemos encontrar la forma de tener dominio sobre él, de tal
forma que cada día neutralicemos sus ataques, desbaratemos sus artimañas y nos
impongamos, y nos enseñoreemos sobre él, sobre el pecado, ¿con que?, con el
poder que Dios por amor nos dio, por su Espíritu Santo, como dice el apóstol
Pablo según el hombre interior que se deleita en la ley de Dios, por el tesoro
que llevamos dentro de este vaso de barro, por el conocimiento que dice en 2
Corintios 3:16 Que el Espíritu de Dios mora en nosotros. Tenemos que aprender a
vivir no por lo que podamos hacer sino por lo que Cristo hizo por nosotros, por
la verdadera identidad, por el Espíritu de Dios que mora en nosotros, tenemos
que aprender a vivir de acuerdo a lo que Dios dice que nosotros somos, siempre
vendrán estos pensamientos impuros, pensamientos que nos avergüenzan algunas
veces y nos quieren hacer sentir frustración, decepción o tristeza.
Medita en
esto: El hombre perdió el amor propio y transmitió eso genéticamente a sus
descendentes. Ahora, sin el control divino somos seres viciosos y
descontrolados. Somos esclavos de pasiones y sentimientos de un corazón
corrupto. Además, la carnalidad humana también provoca: Conflicto con la
Voluntad de Dios (Gálatas 5:17, Romanos
8:7); es la fuente del pecado (Jeremias 17:9, Marcos
7:21-23); desvío constante de Dios (Jeremias
8:4-5); disgusto por el
sacrificio y oración (Mateo 16:21-23 y
–26:39-41); siempre quiere jalarnos a lo prohibido (Romanos 7:5-8, 14-25). El
peligro de vivir en la carne que la llamo monstruo interior: (Gálatas 5:21; Romanos 8:6-8; 1 Corintios 15:50). Lo
cierto es que el sufrimiento desarrollar el
dominio propio y el dominio
propio controla el “monstruo interno” que
tenemos. Y así es como adiestramos a nuestros monstruos. Los miramos, los
conocemos y les decimos: “A pesar de que estás aquí voy a vivir mi vida como yo
decida”. Es sorprendente el efecto del sufrimiento de resistir que produce
sobre “el” al cabo del tiempo. Acaban siendo seres sumisos que ya no nos
asustan, con los que no nos da miedo convivir. En el libro de Lucas 9:23 Jesús
decía a todos; si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome
su cruz cada día y sígame.
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