Por Carlos A Venegas M. ps.
La
soledad emocional puede ser devastadora. Al fin y al cabo, como bien sabemos,
uno puede estar acompañado pero sentirse profundamente solo al no experimentar
aprecio, atención, reciprocidad y esa conexión auténtica que genera calma y
bienestar. Todos necesitamos de ese apoyo honesto y significativo con el que
sentirnos parte de algo o de ese alguien al que amamos.
En
el pensamiento de esta sociedad posmoderna
está mentalizada en que “es mejor estar solo que mal acompañado”;
veremos que tan cierto es este adagio. La capacidad de estar solo, de ser
independiente, de no necesitar a nadie, lo aceptan como una fortaleza deseable,
moderna y ‘cool’. Las cifras hablan por sí solas, el porqué: el informe General
Social Survey, que en los años 80 mostró a un 20% de estadounidenses quejándose
de soledad, hoy habla de un 40% de personas en esta situación. Y
concluyeron que, contrario a lo que pueda parecer, "los adultos de mediana edad tienen un
mayor riesgo de mortalidad cuando tienen soledad crónica o viven solos que los
adultos de mayor edad en esas mismas circunstancias". La soledad se entiende cómo; simplemente
es estar aparte o apartado, separado, fuera de un grupo social pero déjeme decirle que es mas que estar separado de un grupo social.
Se
ha escuchado desde el comienzo de la
humanidad la frase “No es bueno que el hombre esté solo”
El Creador de la vida para colmar la soledad de Adán, ¿de qué soledad se
refiere? vio al hombre solo con respecto al sexo femenino, porque el hombre no
estaba solo en el Edén ya que lo rodeo de animales, Dios crea para él «una ayuda
adecuada». En la Biblia el
término «ayuda» en la mayor parte de los casos tiene a Dios como sujeto, hasta
llegar a convertirse en un título divino. Dios libra al hombre de la soledad
que es un mal que mortifica, y lo inserta en la alianza que da vida: la alianza
conyugal, en la cual el hombre y la mujer se donan recíprocamente la vida y no
entre dos hombres o dos mujeres; la alianza de esposos, en la cual padre y
madre transmiten la vida a los hijos. La mujer y el hombre son la una para el
otro una «ayuda» que «tiene delante», que sostiene, comparte, comunica,
excluyendo cualquier forma de inferioridad o de superioridad. La igual dignidad
entre hombre y mujer no admite ninguna jerarquía y, al mismo tiempo, no excluye
la diferencia. La diferencia permite a hombre y mujer estrechar una alianza y
la alianza los hace fuertes. El hombre y la mujer que se aman en el deseo y en
la ternura de los cuerpos, así como en la profundidad del diálogo, se
convierten en aliados que se reconocen el uno gracias a la otra, mantienen la
Palabra dada y son fieles al pacto, se sostienen para realizar esa semejanza
con Dios a la cual, como varón y mujer, están llamados desde la creación del
mundo. A lo largo del camino de la vida profundizan el lenguaje del cuerpo y de
la Palabra, pues ambos son necesarios como el aire y el agua. Hombre y mujer
deben evitar las insidias del silencio, de la distancia y de las
incomprensiones.
Si
la soledad emocional no fuese algo malo entonces Dios nunca hubiese dicho “no es bueno
que el hombre este solo”, este mal implicaría no tener con quien relacionarse íntimamente
ni tener descendencia y el hombre a pesar de estar con Dios aprendería a no
necesitar de esa ayuda de esa necesidad de otro sino de valerse de el mismo
para hacer sus labores, de reproducirse y de suplirse de sus falencias
sentimentales. La persona que voluntariamente quiere estar sola no comparte con
nadie su deseo es estar solo sin tener nadie a su lado, piensa que ella
solo puede lograr suplirse todas sus necesidades y propósitos y mencionan la
frase “es mejor estar solo que mal acompañado” todo esto se le llama muerte social. El propósito de Dios no
es que el ser humano este solo, ya que Dios no está solo, es trino y trabajan
en unidad reflejando amor. Es de observar que hoy en día la gran mayoría de personas
que toman la opción del homosexualismo se debe que primeramente se han ligado
afectivamente a otro de su mismo género por sentirse solo.
En el libro del Sirácide: «El que
consigue una mujer (virtuosa), empieza a hacer fortuna, una ayuda semejante a
él y columna de apoyo. Donde no hay valla la propiedad es saqueada, donde no
hay mujer, el hombre gime a la deriva»
Volviendo
al sentimiento de soledad “aislarse
socialmente” un estudio de las universidades de California y Chicago, publicado
en 2015 en la revista especializada PNAS, investigó el efecto celular de la soledad en
humanos concluyó que puede suprimir la eficacia del sistema inmunológico. Los
académicos vieron que las personas identificadas como socialmente aisladas
tenían un aumento del 12% en la actividad de los genes llamados CTRA, que están
involucrados en la respuesta inmunológica. El aislamiento social y la soledad
están asociados a un aumento del 30% del riesgo de muerte prematura, según
un estudio de la Universidad Brigham Young University de Estados Unidos,
publicado en 2015 en la revista de la Association for Psychological
Science. La investigación analizó 70 estudios diferentes en los que
participaron unos 3.4 millones de personas. De
acuerdo a un meta-análisis realizado por la Universidad Brigham Young el riesgo
de muerte asociado a la soledad es comparable a otros factores identificados
por los Departamentos de Salud como la obesidad, el abusos de sustancias o
la contaminación.
Resumiendo; afrontar y manejar la soledad emocional puede ser más complicado que trabajar la soledad social. No estamos hablando de aislamiento, a veces, ni tan solo tenemos a una persona con dificultades en cuanto a sus habilidades sociales. Se trata de un tipo de realidad psicológica más profunda y delicada. En estos casos es muy conveniente contar con la ayuda de un profesional. Tras dichos estados se enmascara a menudo algún proceso depresivo que es necesario atender. No basta con recomendarle a la persona aquello de «sal y haz amigos». Es necesario profundizar, trabajar, re-enfocar, conferir alivio, apoyo y ser capaces de generar cambios.
Resumiendo; afrontar y manejar la soledad emocional puede ser más complicado que trabajar la soledad social. No estamos hablando de aislamiento, a veces, ni tan solo tenemos a una persona con dificultades en cuanto a sus habilidades sociales. Se trata de un tipo de realidad psicológica más profunda y delicada. En estos casos es muy conveniente contar con la ayuda de un profesional. Tras dichos estados se enmascara a menudo algún proceso depresivo que es necesario atender. No basta con recomendarle a la persona aquello de «sal y haz amigos». Es necesario profundizar, trabajar, re-enfocar, conferir alivio, apoyo y ser capaces de generar cambios.
La
soledad emocional duele porque nos pone frente a frente ante nuestros mayores miedos: el
vacío, la falta de sentido, la angustia existencial. Todo miedo, toda
angustia, puede y debe enfrentarse con nuevos enfoques mentales y sobre
todo, con decisiones. Si hemos perdido al ser amado, deberemos dar paso a la
aceptación de esa realidad. Será momento de vincularnos con nosotros mismos y
dar forma a un nuevo plan de vida, a una nueva ruta personal donde hallar
nuevas ilusiones, planes y motivaciones.
Para
afrontar la soledad emocional necesitamos ayuda psicolológica. Debemos trabajar
nuestra arquitectura psicológica, reparar daños, aprender amarnos y por encima
de todo, hallar un propósito de vida que solo se encuentra en “quien eres” ¿cuáles
son tus creencias?. Tal y como nos dijo Viktor Frankl, cuando hayamos un
sentido a nuestra existencia, las fortalezas despiertan.
En
Colombia, de acuerdo con la última Encuesta Nacional de Demografía y Salud, los
hogares conformados por una sola persona pasaron del 9,5% en 2010 al 11,1% en
2015. Y un estudio de Consumertrack en las cuatro principales ciudades del
país reveló que el 5,9% de los mayores de 12 años dicen vivir solos
(especialmente entre los 26 y los 35 años) y que quienes más se inclinan a
hacerlo son los hombres (7,9% frente al 4,8 de las mujeres). También, que el
tema tiene mayor incidencia en las personas con un mayor nivel de estudios (el
15,9 % de quienes tienen un doctorado vive solo) y una mejor situación
socioeconómica (9,3 % de los que pertenecen al estrato 6 dicen no vivir con
nadie). Mi país esta catalogado como una sociedad intolerante por ende violenta.
La
conclusión es que la ciencia detectó hace rato que la soledad no es buena para
el ser humano. John Cacioppo, pionero
de la neurociencia social, profesor de Psiquiatría y Psicología y director del
Centro Cognitivo de Neurociencia Social de la Universidad de Chicago, señala a
ABC que «la soledad o la percepción de estar aislado tiene consecuencias
desastrosas; biológicas, cognitivas y de comportamiento llegando a
aumentar la posibilidad de muerte prematura en un 26%». Describía la soledad
como “una condición psicológicamente debilitante, caracterizada por una
profunda sensación de vacío, falta de valor y sensación de amenaza”. Mariano
Ruperthuz, psicólogo y director del magíster en Psicoanálisis de la Universidad
Diego Portales, de Chile agrega, suma a esto la
sensación de una vida sin legado ni significado. Mientras que la holandesa Jenny Gierveld, quien lleva años
analizando el asunto, dice que la soledad tiene como base la frustración y
se vincula con sentimientos de rechazo. Según
las investigaciones de la psicóloga Julianne
Holt-Lunstad, una de las figuras más destacadas a nivel
internacional en el estudio de este tema según la revista ‘Psychology
Today’, el no contar con vínculos significativos es un factor de riesgo
mayor que la obesidad como predictor de muerte prematura y equivalente a fumar
hasta 15 cigarrillos diarios. Otros estudios que ha recopilado con su equipo
muestran que gente sola tiene más riesgo de morir de enfermedad
cardiovascular, cáncer, enfermedades respiratorias y problemas
gastrointestinales. La soledad también se relaciona con demencia senil y
deterioro cognitivo: la gente sola tiene dos veces más posibilidades de
desarrollar alzhéimer. La
soledad o sentirse solo es abandonarse DIOS NO QUIERE QUE EL SER HUMANO SE ABANDONE.
Continua en la próxima nota.
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