01 julio 2019

DIFERENCIAS ENTRE "SENTIRSE SOLO" Y "AISLARSE SOCIALMENTE”

·                     Módulo II. Corazon evolución de la conciencia

Por. Carlo A Venegas M. Ps.
Continuación del tema: LA SOLEDAD EMOCIONAL, UNA ‘ENFERMEDAD MODERNA’ 


Existe una clara distinción entre ambos conceptos. Cuando a una persona le afecta negativamente la soledad (es decir, que se siente solo), se lo piensa mediante la discrepancia entre distintos niveles de interacción social necesarios y esperables, mientras que a una persona que le afecta positivamente la soledad (es decir, que elige aislarse socialmente haciéndose cargo de su decisión) es simplemente pensado como una falta de contacto con las personas. Una cosa es sentirse solo y otra es querer voluntariamente estar solo. Si te sientes solo y la gente te ha abandonado recuerda que no estás solo Dios está contigo, así tus padres te abandonen y  tu cónyuge, tus hijos y tus compañeros Dios no te abandonara porque él estará allí para darte fuerzas para seguir adelante y Dios nunca dejara que estés solo, él traerá a su momento personas que verdaderamente te amaran y te ayudaran (Salmos 27:10 Deuteronomio 31:6) El querer estar solo voluntariamente todo el resto de tu vida no estás cumpliendo la voluntad de Dios, Satanás pone ese tipo de pensamiento para que tú vallas en contra de la voluntad de Dios. Esto lleva a la premisa de que la soledad es, por lo tanto, una experiencia subjetiva; si una persona piensa que está sola, entonces está sola. Las personas pueden sentirse solas mientras están en soledad o en medio de una multitud. Lo que hace que una persona se sienta sola es el hecho de que necesitan más interacción social o un cierto tipo de interacción social que no está disponible actualmente. Una persona puede estar en medio de una reunión y sentirse sola por no identificarse con los demás o no hablar con suficientes personas. A la inversa, uno puede estar solo físicamente  y no sentirse solo; aunque no hay nadie alrededor, no está solo porque no hay deseo de interacción social para dedicarse a meditar ya que somos primeramente seres espirituales. También se ha sugerido que cada persona tiene su propio nivel óptimo de interacción social. Si una persona tiene muy poca o demasiada interacción social, esto podría llevar a sentimientos de soledad o sobre estimulación.
Otra tipología importante de la soledad es aquella centrada en la perspectiva de tiempo. En este sentido, la soledad puede verse como transitoria (como parte de un estado de ánimo esperable) o crónica (como un rasgo de la personalidad).
La soledad transitoria (como estado de ánimo) es de naturaleza temporal, causada por algo en el ambiente y que se alivia fácilmente. La soledad crónica (como rasgo) es más permanente, causada por la persona y no se alivia con facilidad. Por ejemplo, cuando una persona está enferma y no puede socializar con amigos, sería un caso de soledad transitoria. Una vez que la persona mejorara, sería fácil para ellos aliviar su soledad. En cambio, aquella persona que se siente sola sin importar si está en una reunión familiar, con amigos o sola; sin importar lo que ocurra en el entorno, la experiencia de la soledad siempre está ahí.
Lo alarmante es que “hoy, el proyecto de vida solo es algo personal, lo colectivo no funciona ni de pareja. Se ha perdido el sentido comunitario de darse por los demás. La gente se presenta como emprendedora de sí misma y lo que manda es el ‘sálvate solo’. En Europa hay oficinas de gobierno que se dedican a buscar a la gente que se muere sola en sus apartamentos, sin herederos, sin familiares”, cuenta Mariano Ruperthuz, psicólogo y director del magíster en Psicoanálisis de la Universidad Diego Portales, de Chile. Y agrega: “Vivimos en tiempos que Zygmunt Bauman describe como ‘modernidad líquida’, donde los vínculos son acuosos, poco sustanciosos”.
El asunto es que la soledad viene en aumento y se estima que será una pandemia global para 2030. Entre otras razones, porque es contagiosa. Una investigación de John Cacioppo profesor de Psiquiatría y Psicología y director del Centro Cognitivo de Neurociencia Social de la Universidad de Chicago, que siguió a más de cinco mil personas solas durante 10 años, confirmó que la gente no solo tiende a encerrarse aún más, sino que va achicando sus círculos sociales. En el centro de atención primaria de la Escuela de Medicina de Harvard, el doctor Jeremy Nobel advierte que los efectos negativos de la soledad tienen un alcance mayor que el sospechado. Nobel, quien es conocido en todo EE. UU. por ‘The UnLonely Project’ (iniciativa que busca atenuar el sufrimiento provocado por la soledad a través de la arteterapia), está convencido de que es urgente hacer algo para frenar su avance, pues esto “aumenta el riesgo de una muerte temprana”. “Los más afectados –dice  doctor Jeremy Nobel–son los adolescentes, en gran medida por la falsa comunicación que entregan las redes sociales; y los adultos mayores, quienes empiezan a ver morir a sus parejas y amigos”. 
Hoy, cuando el hombre sobrevive por su cuenta, técnicamente no necesita a nadie y la amenaza de la soledad es más abstracta, pero el cuerpo reacciona a ella activando la respuesta del estrés que se relaciona inconscientemente con el riesgo de muerte. El fantasma del depredador aumenta el cortisol y reduce las endorfinas. La calidad del sueño empeora y se vuelve menos reparador, la presión arterial aumenta y las defensas del sistema inmune se debilitan, para orientar toda la energía del cuerpo para ponerlo ‘en guardia’. “los  estudios llegaron a la conclusión de que tanto la soledad (subjetiva) como el aislamiento social (objetivo) son predictores de una muerte temprana. Incluso si la gente no se siente sola, pero lo está”, subraya Timothy Smith desde Brigham Young University.  El asunto es que combatir la soledad es cada vez menos fácil en una sociedad en la que la comunicación está muy mediada por internet y las redes sociales, donde la conexión profunda con otros es más difícil. Se trata sin duda de un problema complejo, pues la gente sola siente muchas veces que no tiene valor en la sociedad y eso hace más difícil que se atreva a salir de su ostracismo. Parte de la solución pasa por la propia persona, por su decisión de trabajarse a sí misma para romper el círculo de la soledad. “Uno debe invertir tiempo en cuidar sus redes de amigos y también la familia”, dice Claudia Maggi, quien propone ir poniéndose metas simples, como llamar a los amigos cada cierto tiempo u obligarse a buscar encuentros. Pero también está la parte del entorno familiar y social, que debe y puede ayudar mucho. Y estas son las conversaciones que, como sociedad, necesitamos comenzar a tener.
Los autores creen que el estudio de los efectos de la soledad sobre la salud está ahora en la misma fase de investigación en la que estaba hace décadas la investigación sobre el impacto de la obesidad. Qué quiso decir Dios cuando menciono “que no era bueno que el hombre estuviese solo”.

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