La "ira es un veneno que uno
toma esperando que muera el otro" frace muy conocida de William Shakespeare. Como
la define la psicología, la ira es una emoción que puede variar en intensidad, desde una leve irritación a una intensa furia. Cuando
la furia es extrema, va acompañada de cambios fisiológicos y biológicos, como
el aumento de la frecuencia cardíaca y la presión arterial; así como una
elevación de los niveles hormonales de energía. Es claro que altera todo el ser y trae consecuencias desastrosas tanto salud mental como física y por ende espiritual. La
manera natural de expresar la ira, es responder agresivamente; es
una respuesta natural ante las amenazas, con agresividad y un comportamiento
capaz de luchar y defenderse cuando somos atacados. Si bien es cierto que una cierta cantidad de ira es necesaria para nuestra supervivencia, no se puede
atacar a cada persona que nos molesta o irrita, porque las normas y el sentido
común se imponen. Mostrar los sentimientos de enojo de manera no agresiva,
con asertividad es una forma sana de expresar el enojo, pero dejando claro
cuáles son tus necesidades y cómo obtenerlas sin perjudicar a los demás. Cuando el apóstol Pablo nos indica en la carta a los efesios que contiene la Biblia “Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol
sobre vuestra ira, ni deis lugar al diablo” Al tomar la palabra “Airaos
¿Tiene sentido interpretar este verbo como mandamiento? Lo
cierto es que la palabra airaos o el significado ira se considera como polisémica se escriben de igual manera,
poseen misma estructura gramatical, morfológica y sintagmática, y aún así tiene
varios significados, en el contexto bíblico Dios
distingue entre su ira,
y "la ira del hombre. Tanto
los humanos como Dios expresan la ira. Pero hay una gran diferencia entre la
ira de Dios y la ira del hombre. La ira de Dios es santa y siempre justificada; la del hombre nunca es santa y rara vez justificada. La ira de Dios se manifiesta su justicia
mientras la del hombre es pecado es acción de hacer daño a su prójimo exponiéndose a la influencia demoníaca. La
ira del hombre se asocia a la venganza, a
su manera es definida como “la respuesta emocional a la percepción del mal
y la injusticia,” Veamos
cómo se diferencia en -Mateo
5:22 Jesus declara. “Pero yo os digo que cualquiera que se enoje
contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su
hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo,
quedará expuesto al infierno de fuego.” Primera razón de peso
para diferenciar el sentir del humano de las declaraciones divinas contra todo tipo de ira, enojo, enfado,”
“indignación,” “cólera,” o “irritación.”
El
diccionario de la Real Academia Española define la ira como una "pasión
del alma", que causa indignación y enojo", y el diccionario Larousse dice
"pasión del alma, que se indigna contra lo que le disgusta". Bien
sabemos que no hay nada que nos disguste tanto como el ser tocados, heridos en
nuestro amor propio. Por lo tanto, nuestra indignación contra el mal no puede
servirnos como justa medida para apreciar lo que debe ser la ira, porque la
gravedad o culpabilidad del pecado viene, ante todo, del hecho que todo pecado
es cometido contra Dios, es decir que debe considerarse en relación con Dios y
no con nosotros mismos. Si no estamos en comunión con Dios, corremos el riesgo de juzgar el mal según 'nuestra' pobre medida, sea indignándonos con exceso,
sea obrando con demasiada tolerancia. Así
que, “Airaos” no es mandamiento, interpretación descabellada
inherentemente, ni licencia implícita divina para airarse, sino reconocimiento
de la muy probable manifestación, aun inevitable, de la ira en el cristiano
durante su travesía accidentada, a veces tumultuosa, por este mundo lleno al
borde de provocaciones de toda suerte. Ira, enojo, enfado, indignación: emociones
toleradas en el cristiano, siempre y cuando no resulten en pecado
–insultos, maldiciones, blasfemias; golpes, y peor. Emociones no
elogiadas en el cristiano. Sentimientos de los que no se
dice ni se implica que hagan bien a su espíritu, que resulten en más santidad o
espiritualidad. Sentimientos no provocados nunca por lo
bueno sino siempre por lo negativo, ofensivo, dañino, malo. Que no los
tendremos nunca en el cielo, no habiendo allá causas nefastas que los
despierten.
“Airaos, pero no
pequéis…” No que les convenga airarse, pero será tolerado, con tal de que
la ira no los lleve a pecar. Y será tolerado, con tal de no ser prolongada su
ira, sostenida por mucho tiempo, pues este es el significado de la muy citada
expresión paulina “…no se ponga el sol sobre vuestra ira”. Porque retener
la ira en la mente hora tras hora, día tras día, lo que hace es alimentar
frustraciones, amarguras, deseos de venganza, depresiones –sentimientos
igualmente dañinos cuyo desenlace común es la violencia, bien verbal bien
física. Así pues, buen cristiano, airarse será tolerado dentro de estos
parámetros, pero no será tolerable como estado mental-emocional-espiritual
habitual.
Muchísimo mejor será para nosotros
esforzarnos para tener los buenos atributos de tranquilidad, dominio
propio, dignidad, templanza, ecuanimidad, calma, paz, y en última
instancia, resignación, particularmente al confrontar injusticias,
contrariedades insensatas, conductas ofensivas, acusaciones sin fundamento,
argumentos ilógicos, persecuciones arbitrarias o cualquier otra provocación motivada
por el mal en sus multifacéticas manifestaciones. El objetivo es suprimir
la ira y convertirla en un comportamiento más constructivo, pero para ello no
se permite la expresión externa, por tanto la ira puede volverse
hacia el interior de tí mismo, y dar lugar a hipertensión o depresión u otros
problemas, como el comportamiento pasivo-agresivo, es decir una manera de
vengarse de las personas indirectamente, sin decirles por qué, o mostrar
una personalidad hostil.
Hay que resaltar que las personas que
están criticando todo, no han aprendido a expresar su ira de manera
constructiva, por lo que no es probable que tengan éxito en sus
relaciones, y tendrá que controlar tanto su conducta externa, como sus
respuestas internas, como reducir el ritmo cardíaco y tener calma.
Emociones explosivas: mal común de muchísimas
personas hoy día. EJEMPLO: ¡Rabia animal de conductores de vehículos! ¡Furia
enloquecida en las carreteras! Agresividad belicosa y violenta. Peleas,
puñaladas, tiros y muerte.
Análisis de la ira:
- Ver que su ira puede ser justa o injusta, innecesaria o adaptativa.
- Aprender que es siempre válida.
- Saber si es justa o no
- Hacerla adaptativa.
- Manejo emocional de la pérdida de control.
PASOS
Reevaluación cognitiva.
No siempre es nuestra respuesta la causa de que estemos en la situación
- Puede que la persona lo haya hecho desde el cariño, la broma sana o el respeto y no desde el ataque despiadado.
- Incorporar la ira a la conducta
Aprovechar la ira
Aprovechar la ira para reaccionar y dirigir la energía que nos da hacia la consecución de nuestros objetivos o lo que es lo mismo: Orientarla hacia acciones productivas.
Se trata de no hacer solamente una descarga emocional que nos quita la razón delante de los demás y nos aleja de nuestros objetivos y además nos deja mal. Hay que dirigir la ira hacia el objetivo que pretendemos.
Ayuda cambiar la frase: "Estoy enfadado ...." por "Me gustaría que ...."
Conductas alternativas
- Manejo de los pensamientos irracionales
- Manejo emocional
- Time-out, (irse para calmarse y volver cuando se pueda afrontar el problema) buscar algo que hacer. Hacerla creativa en sitios donde no se puede ir de allí. Entrenarse unas cuantas veces cuando no se está enfadado. Recordarlo con notas.
En una explosión de ira la persona reacciona ante la injusticia u ofensa percibidas de forma repentina y violenta. Esta violencia puede manifestarse gritando, insultando, arrojando objetos, golpeando cosas, e incluso, agrediendo físicamente a las personas implicadas. Aunque las personas pueden enfurecerse contra objetos inanimados, situaciones frustrantes, o personas anónimas o con las que se tiene una relación casual, lo más frecuente es que se enfurezcan con las personas más cercanas y con las que más se relacionan, esto es, cónyuges, padres, hijos, compañeros de trabajo o amigos.
Son muy numerosas las consecuencias nocivas de las explosiones de ira. Uno de los costes más frecuentes es el daño que causa a las relaciones personales, y precisamente a las relaciones que tienen más valor para la persona como son la familia y los amigos. Además, la ira puede afectar a la vida laboral, no sólo en cuanto que afecta a las relaciones personales con los compañeros, jefes, clientes o empleados, sino también porque puede bloquear a la persona y limitar su capacidad para tomar decisiones o realizar un buen trabajo. Por último, "la ira fomenta la ira" y puede provocar una respuesta agresiva por parte de los demás, lo cual, puede agravar en gran medida la situación. Por otro lado, la persona puede llegar a perder el control, o ocasionar un accidente (al enfurece con un conductor que acaba de adelantarle a gran velocidad y emprende una carrera alocada para "darle una lección"), o sobrellevar problemas con las autoridades y/o de tipo legal (por ejemplo, en el caso de agresiones físicas).
Cómo controlar la ira
Estas son algunas técnicas,
¡ponlas en práctica! diariamente, y especialmente ante situaciones tensas.
- Relajación y reflexión
- Cambia la forma de pensar, lee y memoriza una frase de sabiduría
- Céntrate en la forma de manejar y enfrentar el problema, no todos se puede solucionar.
- Mantén la calma para una buena comunicación, primero escuchar y después hablar.
- Ser resiliente en el día a día es una habilidad que todos podemos desarrollar y, por lo tanto, practicar. Para ello, es necesario gestionar adecuadamente nuestros pensamientos y emociones.
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