El estudio del comportamiento humano es uno de los
objetivos de la psicología como ciencia. A nosotros nos interesa saber el porqué
de algunas tendencias o más bien el por qué se está viendo nuevos
comportamientos en la sociedad. Lo grave es que estos tipos de comportamientos
que asumieron generaciones nacidas desde 1980 estén sometidos acciones
violentas y agresivas, basadas en una comunicación
destructiva con sus congéneres, con expresiones soeces y vulgares que se reflejan en su diario
vivir en la mayoría de ellos.
¿A dónde nos
está llevando este tipo de comunicación? Me
basare en los últimos acontecimientos que se han registrado en los noticieros,
como también el hecho de las protestas vividas en Chile, Bolivia y en mi país
Colombia, para mayor comprensión de esta
problemática social, lo sostengo en tres pilares que son fundamentales para la salud mental en la sociedad; comunicación,
urbanidad y la ética; ejerciéndolos correctamente se logra una relación y convivencia
saludable para una nación. Por consiguiente, aunque es un concepto amplio y
abstracto hablar de la conducta o comportamiento de un individuo o grupo social,
tratare de explicarlo de la mejor manera.
Como se entiende lo que es el comportamiento humano; es el conjunto de actividades realizadas
de una persona o grupo social, con el fin de lograr
adaptarse al medio y sobrevivir, en buen termino. Pero en esta época no se entiende de esta manera sino que lo expresan usando la libre expresión para hacer efectivas sus frustraciones violentando a los demás. Aclaro que el comportamiento o conducta humana (como me comporto en relación con los demás,
en lo moral, social y cultural) es el conjunto de respuestas que la persona
da a los diferentes estímulos del medio en que se encuentra. Que al medirlos o
sopesarlos nos lleve obtener la satisfacción de nuestras necesidades, o repudiarlas,
sea que cambiemos nuestra manera de pensar o reafirmarlos y adaptarse a él.
En Colombia se hablado de cultura ciudadana
que aplicó en su momento el ex alcalde de la ciudad de Bogota Mockus en su administración, su
propuesta que se hizo famosa en todo el país, se basa en principios de construcción de
costumbres y hábitos de respeto por las normas y el espacio público. Mockus se
valió de actividades lúdicas para educar en el manejo de lo público; A
pesar de que los bogotanos creyeron que la cultura ciudadana es una marca de la
capital, durante los últimos diez años la ciudad ha retrocedido en esta
materia. Los problemas de movilidad, la inseguridad, los gravísimos casos de corrupción como el
carrusel de la contratación, la intolerancia ciudadana y el vandalismo, han
hecho que aumenten el pesimismo y la idea de que lo público quedó a la deriva.
Este modelo fracaso rotundamente al verse reflejado en los actos del paro de
noviembre 21 de este año, esta es una sociedad enferma desadaptada e inculta,
es que no se debe esperar nada bueno cuando el autor de esta cultura ciudadana,
el señor Mockus ha tenido actos que violan las mas mínimas normas de urbanidad,
recordemos cómo se bajo los calzones y
mostrar el ano al auditorio de una universidad o en el senado, agredir arrojando agua a la
cara de su contrincante político. Para darle
forma a este tema y teniendo en cuenta lo anterior, mi comportamiento debe adaptarse por medio de
una asertiva comunicación.
Primer
pilar; la comunicación con asertividad. La definición más común y sencilla de
comunicación es la de una acción consciente de intercambiar información entre
dos o más participantes, con la intención de poner en común algo con
otro. Que la gran mayoría de veces se transmite a través de un escrito o del
lenguaje hablado conociéndose como comunicación verbal, que para su estudio se
llama Comunicación Social. Proceso en
el que intervienen dos o más seres o comunidades humanas que comparten
experiencias, conocimientos, sentimientos, aunque sea a distancia, a través de
medios artificiales (Facebook, twitter etc.) El comportamiento asertivo es
saludable, ya que es seguro y respetuoso. Es clara, objetiva, transparente y
honesta sin ser agresivo o pasivo. Si mi
sano comportamiento se refleja por medio de una asertiva comunicación debo influir
por medio del respeto mutuo llamado urbanidad.
Segundo
pilar; la urbanidad. Comportamiento acorde con los buenos modales que
demuestra buena educación y respeto hacia los demás. Que influye el entorno
social en el que viven y conviven las personas. En relación con la cualidad de urbanidad,
esta característica remite a las personas cuando ponen en práctica sus buenos
modales y su cortesía con gestos de respeto hacia los demás. Para este fin hay
que verla como un ejemplo de civismo es cómo se comporta la gente y cómo
convive en sociedad. Se basa en el respeto hacia el prójimo, el entorno natural y los objetos públicos; una
buena educación, urbanidad y cortesía. Al respetar, muestro mi concepto de civismo, una persona sociable, un
buen ciudadano con libertad de expresión, donde se me valora mi comportamiento
llamado ética.
Tercer pilar;
la ética. Conjunto de costumbres y normas que dirigen o valoran el
comportamiento humano en una comunidad, se relaciona con el estudio de la moral
y de la acción humana, haciendo parte del carácter
de la persona. Desde la filosofía estudia el bien y el mal y sus relaciones con
la moral y el comportamiento humano. La ética y la urbanidad van de
la mano, son una serie de pautas de comportamiento que se deben cumplir y
acatar para lograr una mejor relación con las personas con las que convivimos y
nos relacionamos. Saber convivir, saber
agradar y saber estar, aderezado con un toque de estilo se llama "Tacto social" que me lleva
asumir un comportamiento basado en…. que es un pensar, que es un decir y que es un hacer.
Para concluir con esta introducción baso esta
hipótesis en ver del ser humano como sujeto moral, racional, compuesto por un
cuerpo, alma y un espíritu, es una amplia amalgama de características que
conforman al ser humano y estas a su vez como el papel global del bien
humano. El contenido del bien humano nos explica que por el hecho de que
la persona es un ser racional y también poseedor de libertad, es dueño de sus
propias acciones, las cuales tienen que estar ligadas siempre hacia un fin,
pero es importante mencionar que este tiene que ser justo. Y que el fin
último y supremo para el hombre es el “temor de ofender a Dios” y que ese
es el bien más alto que el hombre puede alcanzar.
La CULTURA DEL MAL HABLADO, VULGAR. Las nuevas
generaciones se expresan de una forma grotesca y vulgar,” las reglas de la
urbanidad y el comportamiento social han dejado de ser, en nuestro tiempo, un
código riguroso e inamovible y Colombia entre ellas— acusan una versión más
preocupante del fenómeno: la valorización de lo vulgar y su exaltación a canon
estético, modelo de buen estilo o referente cultural. En algún momento
lamentable extraviamos el rumbo, nuestra búsqueda de formas refinadas y
sofisticados goces culturales cedió ante la inclinación a sacralizar la
ordinariez humana, no se escapa ni hombres ni las mujeres, ninguna clase
social, profesión o región de nuestro país, el rol de varón o dama se está
extinguiendo para igualarse en todos los comportamientos
de la ordinariez. Al referirme del hablar es por ende una parte de la
comunicación entre los humanos pero lamentablemente la gran mayoría de humanos
se están comportando como animales feroces en cambio a los animales los
queremos humanizar. García Lorca, al beber en el Cante Jondo, hizo patente que
el alma popular —expresión de los románticos alemanes— alberga la más rica
cantera de metáforas e ideas del lenguaje
(llamar “alero” –dijo– a un ángulo del tejado es la más genial y refinada
elaboración). Algo radicalmente distinto a reivindicar como paradigma estético
la chabacanería, el hablar descuidado y obsceno y el mal gusto.
EL NUEVO COMPORTAMIENTO HUMANO; GENERA DESAMOR. |
Mientras en otra época el buen ejercicio de la
radiodifusión y también en los canales de televisión o cualquier medio
audiovisual se medía por la refinada dicción, la cuidadosa gramática y el impecable
léxico (la licencia de locución exigía presentación de arduas pruebas en esa
materia), hoy, en cambio, se conquistan audiencias mediante el uso de las
palabras más soeces e impronunciables, chistes sexistas de doble sentido, el
estilo patán extremo. Incluso en la academia se ha llegado a encomiar el empleo
de una jerga vulgar como recurso pedagógico. Qué tal el profesor dirigiéndose a
sus alumnos con expresiones tales como “parcero, pa’las que sea” o huevon o lo
más trillado “marica” lo más indigno “hijo puta” resaltando una acto de astucia
o de engaño. Al componer canciones, el acostumbrado esmero por un buen texto
poético, tanto en las melodías tradicionales como en la balada pop, ha sido
reemplazado por un repertorio de frases del peor gusto. Así, una melodía de
género reguetón hoy de moda centra su letra en repetir cincuenta veces el
estribillo “con ropa haciendo el amor”. Qué diferencia con compositores
populares, huérfanos de toda escolaridad pero de refinada vocación literaria,
tales como Juancho Polo Valencia con su Alicia adorada (“como Dios en la tierra
no tiene amigos, como no tiene amigos anda en el aire”) y Lucero espiritual. Letras de las canciones de género bolero,
serenatas donde se resaltaba las virtudes, romanticismo de los enamorados. La canonización de la vulgaridad va ligada al
relajamiento facilista, a la dejadez degradante; es la renuncia del espíritu a
elevarse, mediante la disciplina, a cimas más altas de perfección. Lo más grave
de todo esto —tomando la frase de un filósofo español— sentencia es que “el
alma vulgar, sabiéndose vulgar, tiene el denuedo de afirmar el derecho de la
vulgaridad y lo impone donde quiera “La
gente joven siempre ha tenido una manera más informal de hablar, con términos
provocativos que demostraban su rebeldía, su rechazo a toda autoridad de los
adultos y al sistema social de doble moral que los controla. Por eso, muchos de
los términos que han manejado y manejan los jóvenes están tomados del
mundo del hampa y de la marginalidad. Lo cierto es que las palabras que usamos reflejan los sentimientos de nuestro
corazón y la persona que realmente somos. Los jóvenes adolescentes
tratan de impresionar a sus compañeros, probar los límites y descubrir cuál es
su lugar dentro de la sociedad. Los principios de la adolescencia es una época
en la que los niños tratan de determinar en dónde se acomodan. Quieren ver si
el lenguaje les ayuda a encontrar su lugar en su “manada” dice Katharine Kersey,
directora del Departamento de Estudios Infantiles en la Universidad Old
Dominion en Norfolk (Estados Unidos). Adicionalmente, los jóvenes adolescentes
utilizan este lenguaje debido a que están en una edad en la que comienzan a ser
opositores y quieren chocar con los adultos, motivados por el mal ejemplo de
sus padres y autoridades según la
experta en adolescentes Susan Ginsberg. El lenguaje obsceno puede hacer que un
joven se sienta poderoso en una época donde la matonería cohabita
con ellos, en la que todavía depende en gran medida de sus padres, pero que
viven en violencia intrafamiliar o familia disfuncional. Pero sus progenitores
no lo ven así omitiendo su responsabilidad. Para algunos papás y mamás el
lenguaje vulgar es difícil de soportar porque sienten que representa una mala
imagen de la educación que han impartido. Además se sienten impotentes y se
preocupan de no haber hecho un buen trabajo con sus hijos, pero sobre todo les
da temor el estar perdiendo poder sobre ellos, explica Kersey.
La televisión, el cine, la música rock y los vídeos
con frecuencia esparcen el lenguaje obsceno entre los adolescentes. Hoy en día,
en todo hay palabras vulgares, lo que no sucedía hace veinte años. Así se
vuelve más aceptable que anteriormente, dice Ginsberg. Al conversar con un joven, dijo que el problema más
grande que tenía era decir malas palabras. Escuchaba constantemente un lenguaje
vulgar a su alrededor, por lo que también él había empezado a decir palabrotas.
Agregó que había estado tratando de dejar de hacerlo, pero que no lo había
logrado, y quería algunos consejos sobre cómo podría dejar de usar un lenguaje
grosero. De inmediato pensé en sugerencias “Si has
adquirido el hábito de usar lenguaje que no está de acuerdo con formación recibida
en casa, normas, tales como no decir malas palabras, las burlas, los chismes o
el hablar con enojo a los demás, solo genera violencia, donde la tolerancia se
va desquebrajando hasta romperse como un dique, puedes cambiar si se lo propone. Ora pidiendo
ayuda a Dios que te da el poder para hacerlo. Pide a tu familia y a tus amigos educados
que te apoyen” en un ambiente en que con frecuencia se empleaba un lenguaje obsceno,
esas palabras se grababan en la mente con más facilidad que los pensamientos correctos
que quieras tener, porque lo prohibido nos llama la atención, nuestra condición
del conocimiento de lo malo nos empuja traspasar los límites de lo correcto. Nuestra
propia condición como seres humanos genéticamente heredado, es la que nos
empuja a experimentar aquello que se nos niega porque necesitamos conocer lo
desconocido y valorar sus consecuencias. Transgredimos las normas para sentir
“en primera persona” sus consecuencias. Es el único modo que tenemos de
repetir o renunciar por voluntad propia a actividades prohibidas, si éstas
resultan o no realmente dañinas para nosotros. El poder del amor es el
freno para parar, sin amor no se puede lograrlo ya que la mente es como un
dispositivo de almacenamiento, y podemos bloquearlos “dominio propio” los
pensamientos indebidos, descargar esa basura si rápidamente los remplazábamos
con pensamientos correctos (amarse a sí
mismo para amar a los demás) y dignos
de alabanza a Dios, repetirlos tantas veces sean necesario. Descubrimos
que cuando lo repetimos, los pensamientos inapropiados desaparecen en nuestro consciente.
Un estudio realizado por la Universidad de Columbia, en Reino Unido, desvela
que el deseo por algo prohibido disminuye, cuando renunciamos a él en grupo, es
decir, nos resulta más sencillo respetar los límites cuando lo hacemos en grupo,
que de modo individual. Estas conclusiones podrían mejorar las terapias
grupales para ayudar a las personas a superar ciertos hábitos y adicciones. Vivimos
en una época en la que hay muchas cosas profanas, groseras y vulgares. Parece
casi imposible evitar por completo el escuchar o ver cosas que preferimos
evitar. La clave es asegurarnos de no ser portadores de la basura, de lo grosero o vulgar. Seguramente Pablo pensaba lo
mismo cuando dijo: “Ninguna palabra
corrompida salga de vuestra boca” (Efesios 4:29). He visto a algunos
jóvenes emplear un lenguaje indebido porque consideraban que ello los ayudaría
a que los acepten en el grupo y a otros emplearlo porque quieren llamar la
atención o para intimidar (autoestima baja). De hecho, éstas parecen ser las
razones principales por las cuales los jóvenes caen en este mal hábito.
Lo que más me impresiona son los jóvenes que se
atreven “a ser diferentes”, como el jovencito que tenía un amigo que decía
palabrotas con regularidad. Cada vez que el amigo decía una mala palabra, él le
pedía con cordialidad que dejara de hablar así. A la larga, el amigo dejó de
hacerlo. Estaba tan impresionado con él y con la forma en que vivía que quiso
saber cómo lo hacía para no decir malas palabras. Lo que sentimos en el corazón
es lo que pensamos, y lo que pensamos es de lo que hablamos. De modo que es
verdad que las palabras que usamos reflejan los sentimientos de nuestro corazón
y la persona que realmente somos.
Cuando un adolescente usan un lenguaje obsceno se recomienda
a los padres: -Diga a su hijo: tienes control sobre lo que dices y yo no puedo
detenerte, pero es mi trabajo enseñarte que esta clase de lenguaje no es
aceptada por la gente ya que es ofensivo y violenta la dignidad de los demás. -Enfatice que las palabras que irrespetan lo
que se considera sagrado van en contra de los principios de su familia y él es
una parte importante de la unidad familiar.
-Hable abiertamente sobre las razones por las
cuales la gente utiliza mal lenguaje (maldecir), y produzca ideas sobre otras
formas de aliviar la frustración, el dolor y la furia. Jesucristo dice: “Las
cosas que proceden de la boca salen del corazón” (Mateo 15:18). Decir malas
palabras contamina el medio ambiente verbal y físico. ¿Por qué exponer a otros,
o a ti mismo, a esa suciedad que puede causar desgracia? Decir malas palabras
daña tu imagen y viola tu identidad. El libro CussControl afirma:
“La manera en la que hablas puede determinar quiénes serán tus amistades, ¿cuánto
te respetarán tus familiares y compañeros de estudio o trabajo?, cómo serán tus
relaciones, cómo influirás en otras personas. Esta obra también aconseja:
“Pregúntate si tus amistades mejorarían si dejaras de decir vulgaridades”. La
Biblia dice: “No griten
ni insulten a los demás” (Efesios 4:31, Traducción en lenguaje
actual).
Lo que
puedes hacer
Ponte una meta. Trata de no decir malas
palabras durante un mes. Escribe tu progreso en una gráfica o en un calendario.
Ahora bien, para alcanzar lo que te has propuesto, tendrás que hacer otras
cosas. Por ejemplo:
Evita los pasatiempos que te bombardean con malas
palabras. La Biblia declara: “Las malas compañías dañan las buenas
costumbres” (1 Corintios 15:33, La Palabra de Dios para Todos). En
este versículo, la palabra compañías no solo se refiere a
las personas sino también a las películas, los videojuegos y las canciones que
elijas. En realidad, el lenguaje vulgar solo consigue contaminar tu mente —y el
ambiente—, con pensamientos indecentes. Y ya tenemos suficiente indecencia
en el mundo. “No sigas la corriente —aconseja el libro Cuss Control—.
Ayuda a limpiar el medioambiente verbal. Si lo haces, te sentirás bien, y
los demás se sentirán a gusto contigo.”
Dime con quién
andas y te diré quién eres (El Quijote II 10
y 23); La edad es
una de las variables que la sociolingüística tiene en cuenta porque, desde el
momento en que los hablantes son socializados para que se comporten de una
forma determinada, su manera de hablar suele acomodarse a la esperable para su
edad. Se puede deducir los gustos y aficiones de alguien por los amigos y
ambientes que frecuenta. Del mismo modo, este refrán advierte de la gran
influencia que ejerce en el comportamiento o en las costumbres de alguien las
compañías de los demás, ya sean buenas o malas. Los estudios científicos
evidencian que esta variable edad no debe tomarse aislada, sino correlacionada
con otras como educación, sexo, etc., porque, sin ir más lejos, no
afecta igual a hablantes rurales sin instrucción que a hablantes urbanos insertos
en varias redes sociales. El tiempo y la edad pueden, pues, resultar
determinantes. Por eso, según su grado de desarrollo, los lingüistas hablan de
procesos de cambio recientes, en marcha y obsolescentes
es decir “con vida útil” por un tiempo; y se estudian en tiempo
aparente, comparando cómo los encaran hablantes de diferente edad, para simular
cuál ha podido ser su historia reciente; o entiempo real, para tratar de
avanzar cómo podría ser su futuro. Para hacerlo, se recurre a fijar
generaciones o, por lo menos, a establecer grupos de edad, porque lo normal es
que entre ellos se den diferencias lingüísticas, como la experiencia permite
reconocer a cualquier hablante.
Reitero que lo más grave de todo esto —tomando la
frase de un filósofo español— sentencia
es que “el alma vulgar, sabiéndose vulgar, tiene el denuedo de afirmar el
derecho de la vulgaridad y lo impone donde quiera “Las palabras que usamos
reflejan los sentimientos de nuestro corazón y la persona que realmente somos;
individuos violentos. ¿A dónde nos está llevando este tipo de comunicación?
A ser violentos, asesinos o destructores de nuestro entorno donde no hay el
respeto hacia el prójimo, ni al entorno natural y los objetos públicos; como se
avisto últimamente en las manifestaciones de protesta, famosos paros. Los formaron
bajo la Cultura de violencia.
Cultura de
violencia es aquella en la cual la respuesta violenta ante los conflictos
se ve como algo natural, normal e incluso como la única manera viable de hacer
frente a los problemas y disputas. No debemos confundirla con la agresividad que
es innata y connatural al ser humano. Aunque cada ser humano está influenciado
por una cultura bélica, esto no es irreversible, existe el potencial y las
posibilidades de cambiar esa actitud. Como tampoco no debemos confundir conflicto con
violencia, puesto que se pueden resolver sin el uso de violencia. La violencia
es un fenómeno social, que se aprende y por lo que también se debería desaprender. Lo conflictos son el diario
vivir, lo que no es normal es la violencia. No es cuestión de leyes ni de tener
un policía a la espalda, es cuestión de recuperar valores como son los de
tolerancia, respeto, dialogo, el policía o la autoridad también
es un ser humano.
El "Tacto
social" se murió en estos individuos donde están privados de la razón
que es un pensar, que es un decir y que es un hacer. No tiene amor
los unos por los otros, se refleja una sociedad una civilización con desamor. Desamor
es el inmenso grado de tristeza y ansiedad que sufre una persona ante
la ruptura afectiva, frustración o
maltrato. Pon en práctica la psicología de cuidar tu higiene mental en este momento. La tristeza del desamor puede derivar en una depresión cuando la persona se posiciona ante una situación como víctima, pero la verdad es que es victimario. Este tipo de sentimiento nos hace, a veces, subestimar y
cuestionar nuestro valor (innegable) como personas, lo que comúnmente
nos arrastra a una crisis que podríamos llamar «existencial» y que en
casos extremos puede llevar al suicidio. Creer que la situación es catastrófica
e insuperable es solo un estilo negativo de enfrentar las cosas. Pero si
realmente crees que la situación es así, seguramente sucederá de esa manera.
Comienza a enfocar tu atención en lo que todavía te hace sentir bien. Avanzar o
no depende de ti, el desamor se manifiesta:
1. Falta de amor, amistad e irónicos.
2. Falta del sentimiento y afecto que inspiran
por lo general ciertas cosas.
3. Enemistad, aborrecimiento, odio y crueldad.
En estas generaciones estamos viendo la maldad al
descubierto sin freno, sus consecuencias es el declive y la caída de una sociedad ,donde se
observa primeramente ir en contra de la naturaleza es decir la inmoralidad
sexual para después llegar a la violencia, física o verbal, son designios de sus
pensamientos, es continuo para hacer el mal, la imaginación y los pensamientos
de su corazón son deseos de hacer el mal, se esta corrompiendo la tierra y está
llena de violencia, es algo interno no es una enfermedad es un comportamiento,
es una contaminación de la mente, corazones con desamor.
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